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TERUEL EXISTE


  En una muela próxima a la confluencia de los ríos Guadalaviar y Alfambra, se levanta, por encima de los novecientos metros de altitud, la ciudad de Teruel. Dentro de su recinto amurallado, el viajero puede descubrir una de las ciudades más hermosas de España, que conjuga a la perfección la arquitectura mudéjar que la ha hecho merecedora del reconocimiento de la UNESCO como patrimonio de la humanidad, así como la arquitectura modernista, que podemos admirar en multitud de edificios de la ciudad.
  La arteria principal de la ciudad, partiendo de la Ronda y a través del Tozal, cruza las plazas del Torico y de la Catedral y se extiende hacia el Óvalo, la Glorieta y los Viaductos. Es una zona con abundancia de comercios, oficinas y servicios de hostelería. No faltan maravillas de la arquitectura como el Museo Provincial, que fue la antigua casa de la histórica Comunidad de Teruel, la torre de El Salvador, edificios modernistas o la Escalinata neomudéjar. La fuente del Torico, lugar donde se fotografían los visitantes para tener testimonio de su visita está en la plaza de su nombre, en la que también se encuentran unos Aljibes subterráneos de la época medieval.

  A la izquierda está la parte alta, la más antigua. En ella las calles se desparraman sin geometría definida y llenas de encanto. Es un placer pasear por ellas cuando el calor aprieta. Esta parte es rica en lugares de interés como San Pedro o el Mausoleo de los Amantes.

  A la derecha se encuentra la parte llana de la ciudad. Sus calles son rectas y en forma de parrilla. Es rica en edificaciones de bella arquitectura como el Ayuntamiento, la Catedral, la torre de San Martín o el edificio de Correos.

  Alrededor de la ciudad, la muralla. De sus viejas puertas aún podemos visitar el portal de Daroca, conocido como la Andaquilla, o el de San Miguel, también llamado de la Traición. De sus torreones hay que conocer los que se encuentran en la Ronda, como el de San Esteban, el de Ambeles, el más hermoso, el del Rincón, o el de la Lombardera, el de mayor altura. Mención especial para el torreón del Agua, recientemente restaurado. Por él llegó el agua a la ciudad a través del acueducto de los Arcos en el siglo XVI. Junto al puente de la Reina está el torreón de la Unión y, a no mucha distancia, el que defiende el portal de la Andaquilla. Entre unos y otros torreones se encuentran interesantes paños de la muralla, algunos pendientes de recuperar.

HISTORIA DE LA CIUDAD

  Restos arqueológicos anteriores a la fundación de Teruel se encuentran en el Alto Chacón, yacimiento ibérico próximo a la ciudad, o en las referencias a Tirwal, fortaleza musulmana que se asentaba en la parte alta de la población actual.
  En 1171 llegan a las tierras de Teruel las tropas de Alfonso II de Aragón, que las ocupan y fundan la ciudad. Un hito tan importante está acompañado a la leyenda, según la cual la ciudad fue levantada sobre la muela en la que se encontró a un toro sobre el que brillaba una estrella. Verdad o mito ese toro es el símbolo de Teruel y de su escudo.
  En los tiempos de la fundación, poblar en la extremadura aragonesa no era tarea fácil. El lugar era frontera frente a la taifa musulmana de Valencia y avanzadilla para su conquista. En un territorio inseguro, como el turolense del siglo XII, no era fácil atraer a gentes dispuestas a instalarse y a defenderlo. La monarquía aragonesa tuvo que dotar a la villa de unos Fueros que otorgaban amplios privilegios a las gentes que en ella se asentaban y que la convertían en cabeza de una amplísima Comunidad de aldeas. En 1347, el rey Pedro IV de Aragón, conocido como el Ceremonioso, le otorgó el título de ciudad.

  El periodo medieval fue de un gran desarrollo para Teruel, llegando a alcanzar la importante cifra de 6.000 habitantes, pero las grandes pestes de la Baja Edad Media, que de manera tan grave afectaron a los reinos peninsulares y al resto de Europa, supusieron para Teruel un periodo de declive económico y un importante retroceso de su población.
  Cuando en 1483 se estableció el Tribunal de la Inquisición en los dominios aragoneses la ciudad de Teruel mostró una clara resistencia ante tal tribunal. En parte porque recortaba sus fueros, pero también porque la economía de la ciudad estaba en gran medida en manos de quienes más podían sufrir las consecuencias.

  En el siglo XVI se produjeron fuertes tensiones en la ciudad porque las fuerzas locales se negaban a aceptar la reforma del fuero por Felipe II. Durante esta época hay un fortalecimiento de la iglesia turolense cuando se funda en 1577 el obispado de Teruel.

  El siglo XIX fue rico en acontecimientos. Durante la Guerra de la Independencia la ciudad fue ocupada por las fuerzas francesas hasta 1813. En las guerras carlistas, la ciudad se alineó con el bando liberal y, en la tercera, sus murallas aguantaron el asedio al que fue sometida. Fue a finales de este siglo y principios del XX cuando como consecuencia de un cierto desarrollo de la burguesía local, la ciudad conoció un periodo de prosperidad económica. Fruto de este enriquecimiento es el rico patrimonio modernista que la ciudad posee.

  Durante la Guerra Civil de 1936-39, Teruel fue escenario de una de sus batallas más sangrientas. Los acontecimiento bélicos, unidos a unas bajas temperaturas, dejaron cicatrices difíciles de curar en ambos bandos. Tras la guerra se iniciaron los trabajos de reconstrucción que modificaron parcialmente los espacios de su urbanismo. Tras la llegada de la democracia, la ciudad trata de incorporarse al crecimiento económico del país con el desarrollo de las comunicaciones.

GASTRONOMÍA




  La riqueza gastronómica de la ciudad de Teruel, al igual que la del resto de la provincia, se fundamenta en la  gran variedad de productos de calidad autóctonos. 


  El cerdo y el cordero van a ser los protagonistas principales de la mesa. Del cerdo como producto estrella, el Jamón de Teruel, las “Delicias de Teruel” pueden dar entrada a cualquier reunión de amigos entorno a una mesa (rebanadas de pan con tomate regado con aceite del Bajo Aragón, un pellizco de ajo y finas lochas de Jamón de Teruel). Las conservas y los embutidos de cerdo pueden formar parte del plato fuerte de una buena comida. El cordero (también denominado ternasco en Aragón) es otro de nuestros particulares manjares, al horno o a la brasa.

  En la cocina turolense siempre se han tenido en cuenta las verduras de temporada, como ejemplos más particulares destacaremos el cardo y las borrajas. También las sopas de ajo, los potajes, las migas y los cocidos forman parte de las comidas caseras.

  La caza y los animales de corral, la perdiz, la codorniz y el conejo son exquisitos sobre todo preparados en escabeche. En la cocina tradicional, el pescado que vamos a encontrar es el  bacalao y la trucha.

  Mención especial merece el “Regañao” producto propio de la ciudad,  que consiste en masa de pan, jamón o sardina con pimiento rojo que se cuece en el horno. Lo pueden encontrar en múltiples panaderías.


  Entre los dulces, los “Suspiros de Amante”, los turrones (en especial el guirlache), la trenza mudéjar y las frutas de Aragón son productos propios de la gastronomía de Teruel.


El melocotón de Calanda, la trufa de Sarrión, el azafrán del Jiloca, el aceite del Bajo Aragón son productos, sin los que hoy, no se entendería la cocina de Teruel.

DE RUTA POR LA CIUDAD


Patrimonio Mudéjar


  Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986, el arte mudéjar resulta una de las grandes singularidades patrimoniales de la provincia de Teruel. Se trata de un estilo arquitectónico exclusivo de la península ibérica, surgido de la fusión de las tradiciones culturales y artísticas cristianas e islámicas y que tuvo su periodo de esplendor en época medieval, entre los siglos XII y XVI.

  A medida que los reinos cristianos medievales avanzaban en los territorios peninsulares ocupados anteriormente por el Islam, muchos de los pobladores musulmanes permanecieron viviendo en el territorio conquistado. A estos musulmanes se les conoce por el nombre de mudéjares.

  Organizados en comunidades llamadas aljamas o morerías se les permitía seguir practicando su religión, tenían cierto grado de autogobierno y solían ocuparse en gran medida en las tareas agrícolas y en el oficio de la construcción. Ellos fueron los creadores de un estilo peculiar de arquitectura, el mudéjar, que se desarrolló en los diferentes reinos de la España medieval.
  Este estilo es una simbiosis del románico y gótico propios de Occidente y de los elementos decorativos más característicos de la arquitectura musulmana. Así, en las construcciones mudéjares podemos observar elementos como el arco de medio punto o el ojival propios de la cultura cristiana junto con el uso de las filigranas decorativas a base del ladrillo, material de construcción mudéjar por excelencia y con motivos de cerámica vidriada. Todo ello, junto con la utilización de la madera en las techumbres, son los elementos más representativos de la arquitectura musulmana. Este estilo arquitectónico, en el que lo decorativo se superpone en perfecta armonía con lo meramente constructivo, solamente se dio en la península Ibérica, que fue el lugar en el que convivieron durante varios siglos ambas culturas.

  Los mejores ejemplos de arte mudéjar de la península los encontramos en la ciudad de Teruel. Así, el conjunto mudéjar de Teruel declarado Patrimonio de la Humanidad abarca los siguientes monumentos: Torre, techumbre y cimborrio de la catedral de Santa María de Mediavilla, torre e iglesia de San Pedro, torre de la iglesia de San Martín, y torre de la iglesia del Salvador.

Torre del Salvador
  Las torres más antiguas, San Pedro y la Catedral,  son de mediados del siglo XIII. De similar tamaño, su decoración es sobria en comparación con las que se levantaron posteriormente y tiene una clara influencia románica. El exterior del ábside de San Pedro posee una gran belleza y está rematado por unos pequeños y esbeltos torreones. De la Catedral, declarada Monumento Nacional desde 1931, el elemento de construcción más significativo es su techumbre de madera con unas valiosas pinturas.

  Ya en el siglo XIV, se levantaron las torres de El Salvador y San Martín. A su construcción se le adjudica una hermosa y trágica leyenda de amor que cualquier turolense sabe contar. Ambas son de mayor tamaño que las anteriores y poseen una exuberante riqueza decorativa. En ellas aparecen ya con claridad los rasgos góticos.


  En época renacentista, sobre el crucero de la Catedral se levantará un hermoso cimborrio mudéjar de gran esbeltez. De la misma época es la torre de la Merced en el arrabal turolense. Tal importancia tuvo para la ciudad el mudéjar que, cuando a comienzos del siglo XX surgió el modernismo, esté se inspirará en él en gran medida dando lugar a lo que se conoce como neomudéjar.


  Catedral de Santa María de Mediavilla: Se trata del edificio mudéjar más emblemático de Aragón, y en él confluyen casi todos los elementos de este arte: La torre campanario es una de las primeras construcciones aragonesas en este estilo, y la más antigua de la ciudad. Su planta cuadrada de estructura cristiana consta de tres cuerpos y un remate octogonal. El primer cuerpo se abre con un arco apuntado sobre la calle y presenta cilindros de cerámica verde, el segundo cuenta con un friso de arcos de medio punto entrecruzados y dos ventanas de medio punto. En el tercero, se abren dos series de ventanas de medio punto.
  La rica techumbre de madera consiste en una armadura de nudillo con tirantes de vigas dobles apeadas a canes. La decoración es abundante a base de motivos geométricos, heráldicos, vegetales, epigráficos y figurativos constituyendo una verdadera enciclopedia de la vida medieval.

  El cimborrio es un octógono que presenta ventanales ajimezados con motivos renacentistas.


  En el pórtico de la catedral de estilo neomudéjar diseñado por Pablo  Monguió destaca la forja de la reja de entrada (1909), de estilo gótico flamigero, del rejero Matias Abad, que se inspira en la del coro del interior de la catedral, obra de forja también, del siglo XV del maestro Cañamache. Abad es además, autor de las rejas del coro de la iglesia de San Pedro.


  Iglesia y Torre de San Pedro: Construida a lo largo del siglo XIV, responde a la tipología de iglesia de nave única con ábside poligonal y capillas laterales que, cubiertas con bóveda de crucería simple, circundan todo el templo.

  El templo ha sufrido sucesivas reformas y restauraciones que han ido transformando su espacio. En el siglo XVIII fue sustituida la puerta principal por el portal que hoy conocemos. Posteriormente, dentro de las obras de restauración llevadas a cabo en 1896, Salvador Gisbert dejaría su impronta pictórica en la decoración interior.

  La última restauración acometida durante los primeros años del siglo XXI y dirigida por los arquitectos Antonio Pérez y José María Sanz, ha supuesto la apertura de la misma después de más de una década cerrada al público.

  El claustro, lugar en el que reposaron los cuerpos de los Amantes, ha sufrido diversas reformas a lo largo de los siglos que han ido dejando su impronta. Construido en la segunda mitad del siglo XIV, pertenece al grupo de los cuatro claustros mudéjares que todavía se conservan en Aragón, al menos parcialmente.

  La torre de San Pedro, construida en el siglo XIII y con una altura original de 25 metros, es la más antigua de las torres mudéjares turolenses.

  Tipológicamente responde al modelo de torre-puerta, ya que en su planta inferior se abre un paso abovedado de cañón apuntado que permite la circulación viaria y su integración en la red urbanística de la ciudad.

  Se encuadra dentro de las torres mudéjares de estructura cristiana formada por una única torre exterior de planta rectangular y dividida en tres estancias superpuestas.

  Su decoración exterior, sobria y elegante, presenta la típica ornamentación mudéjar basada en cerámica vidriada y ladrillo. a base de frisos de esquinillas con cilindros cerámicos y de arcos ciegos de medio punto entrecruzados, así como ventanas de medio punto abocinadas. Destaca su decoración con elementos verdes y morados, ejemplos únicos en el mudéjar de Teruel, el modelo se corresponde con la tradición de los campanarios cristianos.

  En la actualidad, si el visitante lo desea, puede ascender hasta el cuerpo de campanas de la torre, mediante una escalera de caracol que consta de 74 escalones.

  Desde el interior de la torre de san Pedro se accede al ándito, un elemento arquitectónico que rodea la iglesia por el exterior, desde el que se pueden apreciar los detalles del exterior de la torre, las vidrieras y el rosetón de la iglesia, así como la reforma de la puerta de la misma fechada en el siglo XVIII.

  Torre del Salvador: Construida en el s.XIV, es una torre-puerta con estructura de alminar-almohade dividida en tres estancias internas cubiertas con bóveda de crucería.

  El primer cuerpo esta decorado con un paño de arcos mixtilíneos entrecruzados que se apoyan en columnillas de cerámica intercalándose estrellas verdes y blancas. El segundo cuerpo esta formado por estrellas achavadas y ajedrezado de azulejos, con dos ventanas de medio punto, recuadros de ladrillo en zig-zag y arcos mixtilíneos entrecruzados. En el tercer cuerpo encontramos dos series de ventanas, las inferiores de arcos apuntados y las superiores con arcos de medio punto.


  Para llegar hasta la parte más alta del campanario, el visitante deberá ascender sus 122 escalones.


  Torre de San Martín: De planta cuadrada y estructura alminar-almohade, dividida interiormente en 3 estancias cubiertas con crucería sencilla, esta torre fue construida en época barroca, como la del Salvador.

  Se trata de una torre-puerta que atraviesa la Andaquilla. El paso interior presenta una bóveda apuntada con arcos de refuerzo en los extremos y en el centro. El exterior esté decorado a base de fajas de esquinillas que enmarcan frisos de arcos mixtilíneos entrecruzados, series de lazos, columnas, flechas y estrellas de cerámica. También encontramos ventanas de medio punto abocinadas y arcos apuntados en parejas y grupos.

  El interior esta formado por estancias abovedadas superpuestas, cubiertas con crucería sencilla.

  Torre de la iglesia de la Merced: Se construyó en el siglo XVI, y es una torre de tres cuerpos que destaca por su decoración con cruces de múltiples brazos formando rombos. No es completamente mudéjar, ya que su ultimo piso, el tercer cuerpo, es fruto de una ampliación posterior durante el barroco, quizás por ello no fue declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, como sí lo fueron las otras torres.

  La escalinata:  Esta obra de José Torán, construida entre 1920 y 1921 en estilo claramente neo-mudéjar, fue ideada para unir la estación de ferrocarril, ubicada en la parte baja de Teruel con el centro histórico, salvando así el fuerte desnivel existente.

  Aúna dos de los movimientos artísticos más presentes en Teruel: el mudéjar y el modernismo. Del primero toma el ladrillo como material constructivo y la decoración de cerámica vidriada, y del segundo la forja de las farolas.

  El centro del monumento está decorado con un altorrelieve de Aniceto Marinas que recoge la escena del beso de los Amantes de Teruel. Encontramos también el escudo de la ciudad, que se divide en cuatro cuarteles: el primero tiene el toro y la estrella representando la fundación de la ciudad, en el segundo vemos las barras de Aragón y en el inferior hay un cañón y un obús cruzados con balas encima y debajo. sobre el escudo está la corona real sostenida por un murciélago, figura heráldica frecuente en los escudos de la antigua corona de Aragón y emblema de la ciudad de Valencia.

Patrimonio Modernista

  A comienzos del siglo XX nuestro país vivió un periodo de auge económico y la ciudad de Teruel no fue una excepción. La burguesía, sobre todo mercantil, rivalizó entre sí construyendo edificios destinados a sus negocios o a sus viviendas. Un nuevo estilo de características muy definidas sería el predominante, el Modernismo.

  En el Modernismo, los elementos estructurales y ornamentales se inspiran en motivos vegetales. Predominan las formas curvas. Reaparecen materiales como el ladrillo y los azulejos que habían caído en desuso. Recupera para su decoración los trabajos de forja artística. En este estilo, imaginativo y sugerente, lo decorativo y lo funcional se funden en perfecta asociación.

Casa La Madrileña
  Pablo Monguió es el arquitecto por excelencia del modernismo turolense. Nacido en Tarragona en 1865, desarrolló una espléndida trayectoria en esta ciudad.

  Las obras de Monguió en Teruel son numerosas. Unas están perfectamente documentadas, como la Casa Ferrán, La Madrileña o El Torico. Otras, debido a la falta de la documentación, se le atribuyen. Tal como ocurre con la Casa Escriche, la Casa Bayo o la Casita de la Farmacia. Otros trabajos de Pablo Monguió son las Escuelas del Arrabal o la iglesia del Salvador en Villaspesa. La puerta sur de la Catedral será su más bella aportación neomudéjar.

  La Casa Ferrán debido a la estrechez de las calles carece de la perspectiva que sólo da la distancia. Se encuentra encajonada entre las angostas calles de El Salvador, el Pozo y la calle Nueva. Sin embargo, Monguió aprovechó su esquina  para mostrar hacia el exterior la belleza que encierra. Esta construcción muestra como ninguna otra la madurez del modernismo turolense.

  La fachada del edificio de La Madrileña es de una estrechez tan extrema que apenas permite una sola estancia. Será en la parte superior de la fachada donde mostraría la exuberancia del modernismo en espacio tan limitado.

  El edificio de Tejidos El Torico, en la actualidad se encuentra restaurado y ocupado por la Caja Rural. Su construcción a dos fachadas permitió a su autor un alto grado de expresividad, sobre todo en la que da hacia la plaza, con una decoración diferenciada en cada una de sus plantas. El ángulo que forma la doble fachada está rematado por un pequeño torreón que se puede considerar auténtica joya del modernismo turolense.

  Son también de gran interés, además de los citados, una serie de edificios del primer tercio del siglo XX, unos modernistas, otros historicistas, otros neomudéjares y otros con mezcla de estas inspiraciones, pero todos ellos representativos de una época.


Guía Teruel Modernista AQUI

  Plaza del Torico: La plaza del Torico, con sus diferentes denominaciones, entre ellas Plaza Mayor o del Mercado, ha ocupado a lo largo de la historia, una posición centralista en la trama urbana de Teruel desde la Edad Media, y por lo tanto una situación privilegiada y clave para su desarrollo social.
  Todo el perímetro de la plaza aparece porticado, acogiendo diferentes negocios comerciales. Aquí se pueden contemplar una serie de edificios modernistas como Casa Ferrán, la Madrileña o la casa el Torico, que otorgan un encanto y una destacada personalidad a este espacio urbano.


  Actualmente la plaza está dominada por la pequeña escultura del Torico, elevada sobre un alto pedestal columnario de piedra labrada, que recuerda las raíces de esta pequeña capital según una antigua leyenda. Esta escultura, denominada así principalmente por su reducido tamaño, se alza sobre una fuente central con cuatro caños con forma de toro, datada de 1858 vino a sustituir a otra más bella realizada en el siglo XVI por Pierres Vedel, el artífice de la canalización de agua de la ciudad.


  La leyenda del Torico: Según ciertas leyendas, en tiempos remotos las villas eran levantadas en el mismo lugar en el que se abatía a un animal perseguido. En el lugar del abatimiento se erigía un santuario y a su alrededor se edificaba la villa. En alguno de esos tiempos remotos, hacia 1170, los caballeros cristianos de Alfonso II que habían ahuyentado y expulsado a los moros que tenían tomado el territorio turolense, tras recuperarlo, decidieron fundar una villa y amurallarla para así evitar nuevos y futuros ataques moros. No sabiendo donde construirla decidieron por fin que se haría allí donde se abatiese un animal.
  Cierta noche, un toro se detuvo bajo una estrella llamada Actuel, en el lugar que hoy ocupa la plaza del Torico y comenzó a bramar insistentemente.

  Los caballeros, aunque presos de miedo, tomaron por buena la señal que cielo y tierra les ofrecían en aquella noche estrellada y tras abatirlo decidieron construir allí su villa.

  Llegado el momento de asignarle el nombre, acordaron tomar las primeras letras de la palabra toro y juntarlas con las tres últimas de la estrella, obteniendo así el nombre de Toruel.

  Este hecho se encuentra representado en uno de los cuatro cuarteles del escudo de Teruel, con un toro que lleva encima una estrella.


  Mausoleo de los Amantes: En septiembre de 2005 se inaugura el actual Mausoleo de los Amantes. El proyecto del edificio, diseñado por el arquitecto Alejandro Cañada, dispone de diferentes salas expositivas que pretenden acercar la Historia de los Amantes al visitante.

  Desde el punto de vista conceptual, la organización del recorrido expositivo se articula en torno a cuatro sectores:

  Sector I. El Amor en tiempos difíciles. Se explican las características sociales, políticas y culturales que rodearon los acontecimientos en el Teruel de principios del siglo XIII.

  Sector II. La Historia de los Amantes. Aquí se cuenta el relato de los hechos que acaecieron en 1217 en Teruel entre Juan Martínez de Marcilla e Isabel de Segura. También se habla del debate histórico que este relato ha generado a través de los siglos.

  Sector III. Los Amantes, fuente de inspiración. Sector destinado a explicar la influencia de los Amantes en el mundo de las artes (literatura, teatro, música, pintura, escultura…) a lo largo de la historia.

  Sector IV. El Reposo de los Amantes. Aquí se encuentra el Mausoleo de los Amantes, obra del escultor Juan de Ávalos, En esta zona y a través de una serie de paneles se explica cómo se llevó a cabo el hallazgo de las momias, así como el emplazamiento que ha tenido a lo largo del tiempo.

  Los Amantes de Teruel: Si hay una historia legendaria que identifica a Teruel en el mundo es la de los Amantes de Teruel.

  La historia de amor de Isabel de Segura y Diego de Marcilla, los Amantes de Teruel, se remonta al siglo XIII. Él, era el segundo hijo varón de su familia, y por tanto, no tenía derechos de herencia, mientras que ella, era hija única de una de las casas más ricas de la ciudad. Bajo estas condiciones, su amor solo podía culminar si el joven era capaz de lograr las riquezas suficientes como para aportar una dote acorde a las demandas de la familia de Isabel.

  Así, el padre de Isabel le concedió a Diego un plazo de cinco años para tal fin, y éste se unió como soldado de fortuna a las tropas cristianas que luchaban contra la invasión musulmana con la promesa de volver rico.

  Mientras, Isabel aguardaba en Teruel rechazando propuestas de matrimonio de muchos de los nobles de la ciudad y aplacando los deseos de su padre de que contrajera matrimonio cuanto antes.

  Pasan los cinco años y Diego no regresa ¿habrá muerto en el empeño? ¿será que olvidó su promesa?. La falta de noticias hace que el padre de Isabel concierte la boda de su hija con D. Pedro Fernández de Azagra, hermano del señor de Albarracín, cuya familia es probablemente la más acaudalada y poderosa de la frontera.

  El día de la boda, a celebrar en la principal iglesia de la ciudad, todo Teruel se encuentra en fiestas, no en balde se están uniendo dos familias de lo más notable. Un jinete cruza la muralla a través del portillo de la Andaquilla, extrañado por el alegre ambiente que reina en las calles, pregunta la causa y al oír la respuesta su rostro palidece, corre hacia la iglesia, atraviesa la nave principal, y llega a los pies del altar mayor justo a tiempo para escuchar la bendición del sacerdote a los recién casados.

  Se trata, como era de imaginar, de D. Diego, ahora rico y ennoblecido por su valor y decisión en el campo de batalla. Ante lo inevitable de su suerte, solicita de Isabel un único beso de despedida. La reciente esposa, haciendo honor a su nuevo estado, se lo niega y el infeliz amador cae muerto a sus pies.

  Al día siguiente, en los funerales de Diego y consciente de su desgracia, Isabel se acercó al cuerpo sin vida de su amado y, como reza la tradición, le dio en muerte el beso que le había negado en vida para, inmediatamente, morir al lado de su amor. Conocida su historia, los restos de los amantes fueron enterrados juntos en una de las capillas de la Iglesia de San Pedro.

  En 1555 , en el transcurso de unas obras llevadas a cabo en la citada iglesia, aparecieron los cuerpos de dos jóvenes que, enterrados juntos, inmediatamente fueron considerados por la tradición popular como los restos de los Amantes de Teruel. Hubo que esperar hasta 1619 para que, gracias al hallazgo de un documento fechado en el siglo XIV y titulado "historia de los Amantes de Teruel" , la tradición popular se convirtiera en historia y se confirmaran tanto los hechos, como la identidad de los cuerpos hallados.

  En la actualidad, los restos de los Amantes de Teruel son honrados en el Mausoleo del mismo nombre, un espacio museístico y de interpretación anexo a la Iglesia de San Pedro en el que se analiza el contexto social y cultural de esta historia, además de dar cuenta de la extensa producción artística que ha generado la tradición amantista, inspiradora de escritores como Tirso de Molina o Juan Eugenio Hartzenbusch , músicos como Tomás Bretón o pintores como Muñoz Degraín.

Territorio Dinópolis


  Territorio Dinópolis está formado por un gran parque principal, Dinópolis, ubicado en la misma ciudad de Teruel y por seis centros más situados en diversas localidades de la provincia de Teruel: Legendark (Galve), Inhóspitak (Peñarroya de Tastavins), Región Ambarina (Rubielos de Mora), Bosque Pétreo (Castellote), Mar Nummus (Albarracín) y Titania (Riodeva), en cuyas exposiciones podremos disfrutar de los fósiles hallados en yacimientos cercanos a dichos municipios y de gran relevancia científica a nivel mundial.


  Dinópolis es un parque paleontológico que combina a la perfección ciencia y ocio para que el visitante viva de cerca el apasionante mundo de los dinosaurios. Para ello, este parque único en Europa, nos propone un recorrido de 4.500 millones de años a través de atracciones como los recorridos temáticos de ‘El Viaje en el Tiempo’ o ‘El Último Minuto’, del simulador virtual 4D ‘Terra Colossus’, La Paleosenda, el Cine 3D, el Sauriopark, y de espectáculos como el ‘show del T-rex’, uno de los animatrónicos más sofisticados del mundo que recrea con asombrosa precisión a un Tyrannosaurus rex. Un centro que nos permite disfrutar asimismo, de un espectacular Museo Paleontológico con más de 500 piezas entre fósiles originales, muchos de ellos hallados en la provincia de Teruel como es el caso de los huesos originales de Turiasaurus riodevensis, el dinosaurio más grande de Europa descrito hasta la fecha y uno de los más grandes del mundo, con casi 40 metros de largo y 40 toneladas de peso que fue encontrado por los paleontólogos de la Fundación Dinópolis en la localidad turolense de Riodeva. Así como de réplicas de gran tamaño, como la de un Brachiosaurus o de un Tyrannosaurus rex en posición de ataque, entre otras.

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