En una muela próxima a la confluencia de
los ríos Guadalaviar y Alfambra, se levanta, por encima de los novecientos metros de altitud, la ciudad de Teruel. Dentro
de su recinto amurallado, el viajero puede descubrir una de las ciudades más
hermosas de España, que conjuga a la perfección la arquitectura mudéjar que la ha hecho merecedora del reconocimiento de la UNESCO como patrimonio de la humanidad, así como la arquitectura modernista, que podemos admirar en multitud de edificios de la ciudad.
La arteria principal de la ciudad,
partiendo de la Ronda y a través del Tozal, cruza las plazas del Torico y de la
Catedral y se extiende hacia el Óvalo, la Glorieta y los Viaductos. Es una zona
con abundancia de comercios, oficinas y servicios de hostelería. No faltan
maravillas de la arquitectura como el Museo Provincial, que fue la antigua casa
de la histórica Comunidad de Teruel, la torre de El Salvador, edificios
modernistas o la Escalinata neomudéjar. La fuente del Torico, lugar donde se fotografían los visitantes para tener
testimonio de su visita está en la plaza de su nombre, en la que también se
encuentran unos Aljibes subterráneos de la época medieval.
A la izquierda está la parte alta, la más
antigua. En ella las calles se desparraman sin geometría definida y llenas de
encanto. Es un placer pasear por ellas cuando el calor aprieta. Esta parte es
rica en lugares de interés como San Pedro o el Mausoleo de los Amantes.
A la derecha se encuentra la parte llana de
la ciudad. Sus calles son rectas y en forma de parrilla. Es rica en edificaciones
de bella arquitectura como el Ayuntamiento, la Catedral, la torre de San Martín
o el edificio de Correos.
Alrededor de la ciudad, la muralla. De sus
viejas puertas aún podemos visitar el portal de Daroca, conocido como la
Andaquilla, o el de San Miguel, también llamado de la Traición. De sus
torreones hay que conocer los que se encuentran en la Ronda, como el de San
Esteban, el de Ambeles, el más hermoso, el del Rincón, o el de la Lombardera,
el de mayor altura. Mención especial para el torreón del Agua, recientemente
restaurado. Por él llegó el agua a la ciudad a través del acueducto de los
Arcos en el siglo XVI. Junto al puente de la Reina está el torreón de la Unión
y, a no mucha distancia, el que defiende el portal de la Andaquilla. Entre unos
y otros torreones se encuentran interesantes paños de la muralla, algunos
pendientes de recuperar.
HISTORIA DE LA CIUDAD
Restos arqueológicos anteriores
a la fundación de Teruel se encuentran en el Alto Chacón, yacimiento ibérico
próximo a la ciudad, o en las referencias a Tirwal, fortaleza musulmana que se
asentaba en la parte alta de la población actual.
En
1171 llegan a las tierras de Teruel las tropas de Alfonso II de
Aragón, que las ocupan y fundan la ciudad. Un hito tan importante está
acompañado a la leyenda, según la cual la ciudad fue levantada sobre la muela
en la que se encontró a un toro sobre el que brillaba una estrella. Verdad o
mito ese toro es el símbolo de Teruel y de su escudo.
En
los tiempos de la fundación, poblar en la extremadura aragonesa no era tarea
fácil. El lugar era frontera frente a la taifa musulmana de Valencia y
avanzadilla para su conquista. En un territorio inseguro, como el turolense del
siglo XII, no era fácil atraer a gentes dispuestas a instalarse y a defenderlo.
La monarquía aragonesa tuvo que dotar a la villa de unos Fueros que otorgaban
amplios privilegios a las gentes que en ella se asentaban y que la convertían
en cabeza de una amplísima Comunidad de aldeas. En 1347, el rey Pedro IV de
Aragón, conocido como el Ceremonioso, le otorgó el título de ciudad.
El periodo medieval fue de un gran desarrollo para Teruel, llegando a
alcanzar la importante cifra de 6.000 habitantes, pero las grandes pestes de la
Baja Edad Media, que de manera tan grave afectaron a los reinos peninsulares y
al resto de Europa, supusieron para Teruel un periodo de declive económico y un
importante retroceso de su población.
Cuando en 1483 se estableció el Tribunal de
la Inquisición en los dominios aragoneses la ciudad de Teruel mostró una clara
resistencia ante tal tribunal. En parte porque recortaba sus fueros, pero
también porque la economía de la ciudad estaba en gran medida en manos de
quienes más podían sufrir las consecuencias.
En el siglo XVI se produjeron fuertes
tensiones en la ciudad porque las fuerzas locales se negaban a aceptar la
reforma del fuero por Felipe II. Durante esta época hay un fortalecimiento de la iglesia
turolense cuando se funda en 1577 el obispado de Teruel.
El siglo XIX fue
rico en acontecimientos. Durante la Guerra de la Independencia la ciudad fue
ocupada por las fuerzas francesas hasta 1813. En las guerras carlistas, la
ciudad se alineó con el bando liberal y, en la tercera, sus murallas aguantaron
el asedio al que fue sometida. Fue a finales de este siglo y principios del XX
cuando como consecuencia de un cierto desarrollo de la burguesía local, la
ciudad conoció un periodo de prosperidad económica. Fruto de este
enriquecimiento es el rico patrimonio modernista que la ciudad posee.
Durante la Guerra Civil de
1936-39, Teruel fue escenario de una de sus batallas más sangrientas. Los
acontecimiento bélicos, unidos a unas bajas temperaturas, dejaron cicatrices
difíciles de curar en ambos bandos. Tras la guerra se iniciaron los trabajos de
reconstrucción que modificaron parcialmente los espacios de su urbanismo. Tras
la llegada de la democracia, la ciudad trata de incorporarse al crecimiento
económico del país con el desarrollo de las comunicaciones.
GASTRONOMÍA
La riqueza gastronómica de la ciudad de Teruel, al igual que la del resto de la
provincia, se fundamenta en la gran variedad de productos de calidad
autóctonos.
El cerdo y el cordero van a ser los protagonistas
principales de la mesa. Del cerdo como producto estrella, el Jamón de Teruel, las “Delicias de Teruel” pueden dar entrada a cualquier reunión de amigos
entorno a una mesa (rebanadas de pan con tomate regado con aceite del Bajo
Aragón, un pellizco de ajo y finas lochas de Jamón de Teruel). Las conservas y
los embutidos de cerdo pueden formar parte del plato fuerte de una buena
comida. El cordero (también denominado ternasco en Aragón) es otro de nuestros
particulares manjares, al horno o a la brasa.
En la cocina turolense siempre se han tenido en cuenta
las verduras de temporada, como ejemplos más particulares destacaremos el cardo
y las borrajas. También las sopas de ajo, los potajes, las migas y los cocidos
forman parte de las comidas caseras.
La caza y los animales de corral, la perdiz, la codorniz
y el conejo son exquisitos sobre todo preparados en escabeche. En la cocina
tradicional, el pescado que vamos a encontrar es el bacalao y la trucha.
Mención especial merece el “Regañao” producto propio de
la ciudad, que consiste en masa de pan, jamón o sardina con pimiento rojo
que se cuece en el horno. Lo pueden encontrar en múltiples panaderías.
Entre los dulces, los “Suspiros de Amante”, los turrones (en especial el guirlache), la trenza mudéjar y las frutas de Aragón son productos propios de la gastronomía de Teruel.
Entre los dulces, los “Suspiros de Amante”, los turrones (en especial el guirlache), la trenza mudéjar y las frutas de Aragón son productos propios de la gastronomía de Teruel.
El melocotón de Calanda, la trufa de Sarrión, el
azafrán del Jiloca, el aceite del Bajo Aragón son productos, sin los que hoy,
no se entendería la cocina de Teruel.
DE RUTA POR LA CIUDAD
Patrimonio Mudéjar
Declarado Patrimonio
de la Humanidad por la UNESCO en 1986, el arte mudéjar resulta una de las
grandes singularidades patrimoniales de la provincia de Teruel. Se trata de un
estilo arquitectónico exclusivo de la península ibérica, surgido de la fusión
de las tradiciones culturales y artísticas cristianas e islámicas y que tuvo su
periodo de esplendor en época medieval, entre los siglos XII y XVI.
A medida que los reinos cristianos medievales
avanzaban en los territorios peninsulares ocupados anteriormente por el Islam,
muchos de los pobladores musulmanes permanecieron viviendo en el territorio
conquistado. A estos musulmanes se les conoce por el nombre de mudéjares.
Organizados en
comunidades llamadas aljamas o morerías se les permitía seguir practicando su
religión, tenían cierto grado de autogobierno y solían ocuparse en gran medida
en las tareas agrícolas y en el oficio de la construcción. Ellos fueron los
creadores de un estilo peculiar de arquitectura, el mudéjar, que se desarrolló en los
diferentes reinos de la España medieval.
Este estilo es una simbiosis del románico y gótico propios de Occidente y de los
elementos decorativos más característicos de la arquitectura musulmana. Así, en
las construcciones mudéjares podemos observar elementos como el arco de medio
punto o el ojival propios de la cultura cristiana junto con el uso de las
filigranas decorativas a base del ladrillo, material de construcción mudéjar
por excelencia y con motivos de cerámica vidriada. Todo ello, junto con la
utilización de la madera en las techumbres, son los elementos más
representativos de la arquitectura musulmana. Este estilo arquitectónico, en el
que lo decorativo se superpone en perfecta armonía con lo meramente
constructivo, solamente se dio en la península Ibérica, que fue el lugar en el
que convivieron durante varios siglos ambas culturas.
Los mejores ejemplos de arte mudéjar de la península los encontramos en la ciudad de Teruel. Así, el conjunto mudéjar de Teruel declarado Patrimonio de la Humanidad abarca los siguientes monumentos: Torre, techumbre y cimborrio de la catedral de Santa María de Mediavilla, torre e iglesia de San Pedro, torre de la iglesia de San Martín, y torre de la iglesia del Salvador.
Los mejores ejemplos de arte mudéjar de la península los encontramos en la ciudad de Teruel. Así, el conjunto mudéjar de Teruel declarado Patrimonio de la Humanidad abarca los siguientes monumentos: Torre, techumbre y cimborrio de la catedral de Santa María de Mediavilla, torre e iglesia de San Pedro, torre de la iglesia de San Martín, y torre de la iglesia del Salvador.
Torre del Salvador |
Ya en el siglo XIV, se levantaron las torres
de El Salvador y San Martín. A su construcción se le adjudica una hermosa y
trágica leyenda de amor que cualquier turolense sabe contar. Ambas son de mayor
tamaño que las anteriores y poseen una exuberante riqueza decorativa. En ellas
aparecen ya con claridad los rasgos góticos.
En época
renacentista, sobre el crucero de la Catedral se
levantará un hermoso cimborrio mudéjar de gran esbeltez. De la misma
época es la torre de la Merced en el arrabal turolense. Tal importancia tuvo para
la ciudad el mudéjar que, cuando a comienzos del siglo XX surgió el modernismo,
esté se inspirará en él en gran medida dando lugar a lo que se conoce como
neomudéjar.
Catedral de Santa María de Mediavilla: Se trata del edificio mudéjar más emblemático de Aragón, y en él confluyen casi todos los elementos de este arte: La torre campanario es una de
las primeras construcciones aragonesas en este estilo, y la más antigua de la
ciudad. Su planta cuadrada de estructura cristiana consta de tres cuerpos
y un remate octogonal. El primer cuerpo se abre con un arco apuntado sobre la
calle y presenta cilindros de cerámica verde, el segundo cuenta con un friso de
arcos de medio punto entrecruzados y dos ventanas de medio punto. En el tercero,
se abren dos series de ventanas de medio punto.
La rica techumbre de madera consiste en una
armadura de nudillo con tirantes de vigas dobles apeadas a canes. La decoración
es abundante a base de motivos geométricos, heráldicos, vegetales, epigráficos
y figurativos constituyendo una verdadera enciclopedia de la vida medieval.
El cimborrio es un octógono que presenta
ventanales ajimezados con motivos renacentistas.
En el pórtico de la catedral de estilo neomudéjar diseñado por Pablo
Monguió destaca la forja de la reja de entrada (1909), de estilo gótico
flamigero, del rejero Matias Abad, que se inspira en la del coro del interior
de la catedral, obra de forja también, del siglo XV del maestro Cañamache. Abad
es además, autor de las rejas del coro de la iglesia de San Pedro.
Iglesia y Torre de San Pedro: Construida a lo
largo del siglo XIV, responde a la tipología de iglesia de nave única con
ábside poligonal y capillas laterales que, cubiertas con bóveda de crucería
simple, circundan todo el templo.
El templo ha
sufrido sucesivas reformas y restauraciones que han ido transformando su
espacio. En el siglo XVIII fue sustituida la puerta principal por el portal que
hoy conocemos. Posteriormente, dentro de las obras de restauración llevadas a
cabo en 1896, Salvador Gisbert dejaría su impronta pictórica en la decoración
interior.
La última restauración acometida durante los primeros años del siglo XXI y
dirigida por los arquitectos Antonio Pérez y José María Sanz, ha supuesto la
apertura de la misma después de más de una década cerrada al público.
El claustro,
lugar en el que reposaron los cuerpos de los Amantes, ha sufrido diversas
reformas a lo largo de los siglos que han ido dejando su impronta. Construido
en la segunda mitad del siglo XIV, pertenece al grupo de los cuatro claustros
mudéjares que todavía se conservan en Aragón, al menos parcialmente.
La torre de San Pedro, construida en el
siglo XIII y con una altura original de 25 metros, es la más antigua de las
torres mudéjares turolenses.
Tipológicamente
responde al modelo de torre-puerta, ya que en su planta inferior se abre un
paso abovedado de cañón apuntado que permite la circulación viaria y su
integración en la red urbanística de la ciudad.
Se encuadra
dentro de las torres mudéjares de estructura cristiana formada por una única
torre exterior de planta rectangular y dividida en tres estancias superpuestas.
Su decoración
exterior, sobria y elegante, presenta la típica ornamentación mudéjar basada en
cerámica vidriada y ladrillo. a base de frisos de esquinillas con cilindros cerámicos y de arcos ciegos
de medio punto entrecruzados, así como ventanas de medio punto abocinadas. Destaca
su decoración con elementos verdes y morados, ejemplos únicos en el mudéjar de
Teruel, el modelo se corresponde con la tradición de los campanarios
cristianos.
En la
actualidad, si el visitante lo desea, puede ascender hasta el cuerpo de
campanas de la torre, mediante una escalera de caracol que consta de 74
escalones.
Desde el interior de la torre de san Pedro se accede al ándito, un elemento
arquitectónico que rodea la iglesia por el exterior, desde el que se pueden
apreciar los detalles del exterior de la torre, las vidrieras y el rosetón de
la iglesia, así como la reforma de la puerta de la misma fechada en el siglo
XVIII.
Torre del Salvador: Construida en el s.XIV, es una torre-puerta
con estructura de alminar-almohade dividida en tres estancias internas
cubiertas con bóveda de crucería.
El primer cuerpo esta decorado con un paño de arcos mixtilíneos
entrecruzados que se apoyan en columnillas de cerámica intercalándose estrellas
verdes y blancas. El segundo cuerpo esta formado por estrellas achavadas y
ajedrezado de azulejos, con dos ventanas de medio punto, recuadros de ladrillo
en zig-zag y arcos mixtilíneos entrecruzados. En el tercer cuerpo encontramos
dos series de ventanas, las inferiores de arcos apuntados y las superiores con
arcos de medio punto.
Para llegar hasta la parte más alta del campanario, el visitante deberá ascender
sus 122 escalones.
Torre de San Martín: De planta cuadrada y estructura
alminar-almohade, dividida interiormente en 3 estancias cubiertas con crucería
sencilla, esta torre fue construida en época barroca, como la del Salvador.
Se trata de una torre-puerta que atraviesa la
Andaquilla. El paso interior presenta una bóveda apuntada con arcos de refuerzo
en los extremos y en el centro. El exterior esté decorado a base de fajas de esquinillas que enmarcan frisos de arcos mixtilíneos entrecruzados, series de lazos, columnas, flechas y estrellas de cerámica. También encontramos ventanas de medio punto abocinadas y arcos apuntados en parejas y grupos.
El interior esta formado por estancias
abovedadas superpuestas, cubiertas con crucería sencilla.
Torre de la iglesia de la Merced: Se construyó en el siglo XVI, y es una torre de tres cuerpos que destaca por
su decoración con cruces de múltiples brazos formando rombos. No es
completamente mudéjar, ya que su ultimo piso, el tercer cuerpo, es fruto de una
ampliación posterior durante el barroco, quizás por ello no fue declarada como
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, como sí lo fueron las otras torres.
La escalinata: Esta obra
de José Torán, construida entre 1920 y 1921 en estilo claramente neo-mudéjar,
fue ideada para unir la estación de ferrocarril, ubicada en la parte baja de
Teruel con el centro histórico, salvando así el fuerte desnivel existente.
Aúna dos de los movimientos artísticos más
presentes en Teruel: el mudéjar y el modernismo. Del primero toma el ladrillo como material
constructivo y la decoración de cerámica vidriada, y del segundo la forja de
las farolas.
El centro del monumento está decorado con
un altorrelieve de Aniceto Marinas que recoge la escena del beso de los Amantes
de Teruel. Encontramos también el escudo de la ciudad, que se divide en cuatro
cuarteles: el primero tiene el toro y la estrella representando la fundación de
la ciudad, en el segundo vemos las barras de Aragón y en el inferior hay un
cañón y un obús cruzados con balas encima y debajo. sobre el escudo está la
corona real sostenida por un murciélago, figura heráldica frecuente en los
escudos de la antigua corona de Aragón y emblema de la ciudad de Valencia.
Patrimonio Modernista
A comienzos del siglo XX nuestro país vivió
un periodo de auge económico y la ciudad de Teruel no fue una excepción. La
burguesía, sobre todo mercantil, rivalizó entre sí construyendo edificios
destinados a sus negocios o a sus viviendas. Un nuevo estilo de características
muy definidas sería el predominante, el Modernismo.
En el Modernismo, los elementos estructurales y ornamentales se inspiran en motivos vegetales. Predominan las formas curvas. Reaparecen materiales como el ladrillo y los azulejos que habían caído en desuso. Recupera para su decoración los trabajos de forja artística. En este estilo, imaginativo y sugerente, lo decorativo y lo funcional se funden en perfecta asociación.
En el Modernismo, los elementos estructurales y ornamentales se inspiran en motivos vegetales. Predominan las formas curvas. Reaparecen materiales como el ladrillo y los azulejos que habían caído en desuso. Recupera para su decoración los trabajos de forja artística. En este estilo, imaginativo y sugerente, lo decorativo y lo funcional se funden en perfecta asociación.
Casa La Madrileña |
Las obras de Monguió en Teruel son
numerosas. Unas están perfectamente documentadas, como la Casa Ferrán,
La Madrileña o El Torico. Otras, debido
a la falta de la documentación, se le atribuyen. Tal como ocurre con la Casa
Escriche, la Casa Bayo o la Casita de la Farmacia. Otros trabajos de Pablo
Monguió son las Escuelas del Arrabal o la iglesia del Salvador en Villaspesa.
La puerta sur de la Catedral será su más bella aportación neomudéjar.
La Casa Ferrán debido a la estrechez de las
calles carece de la perspectiva que sólo da la distancia. Se encuentra
encajonada entre las angostas calles de El Salvador, el Pozo y la calle Nueva.
Sin embargo, Monguió aprovechó su esquina para mostrar hacia el exterior
la belleza que encierra. Esta construcción muestra como ninguna otra la madurez
del modernismo turolense.
La fachada del edificio de La Madrileña es
de una estrechez tan extrema que apenas permite una sola estancia. Será en la
parte superior de la fachada donde mostraría la exuberancia del modernismo en
espacio tan limitado.
El edificio de Tejidos El Torico, en la actualidad se encuentra restaurado y ocupado por la Caja Rural. Su construcción a dos fachadas permitió a su autor un alto grado de expresividad, sobre todo en la que da hacia la plaza, con una decoración diferenciada en cada una de sus plantas. El ángulo que forma la doble fachada está rematado por un pequeño torreón que se puede considerar auténtica joya del modernismo turolense.
El edificio de Tejidos El Torico, en la actualidad se encuentra restaurado y ocupado por la Caja Rural. Su construcción a dos fachadas permitió a su autor un alto grado de expresividad, sobre todo en la que da hacia la plaza, con una decoración diferenciada en cada una de sus plantas. El ángulo que forma la doble fachada está rematado por un pequeño torreón que se puede considerar auténtica joya del modernismo turolense.
Son también de
gran interés, además de los citados, una serie de edificios del primer tercio
del siglo XX, unos modernistas, otros historicistas, otros neomudéjares y otros
con mezcla de estas inspiraciones, pero todos ellos representativos de una
época.
Guía Teruel Modernista AQUI
Plaza del Torico: La plaza del Torico, con sus diferentes
denominaciones, entre ellas Plaza Mayor o del Mercado, ha ocupado a lo largo de
la historia, una posición centralista en la trama urbana de Teruel desde la Edad
Media, y por lo tanto una situación privilegiada y clave para su desarrollo
social.
Todo el perímetro de la plaza aparece porticado, acogiendo diferentes negocios comerciales. Aquí se pueden contemplar una serie de edificios modernistas como Casa Ferrán, la Madrileña o la casa el Torico, que otorgan un encanto y una destacada personalidad a este espacio urbano.
Actualmente la plaza está dominada por la pequeña
escultura del Torico, elevada sobre un alto pedestal columnario de piedra labrada, que recuerda las raíces de esta pequeña capital según una antigua leyenda. Esta escultura, denominada así principalmente por su reducido tamaño, se alza sobre una fuente central con cuatro caños con forma de
toro, datada de 1858 vino a sustituir a otra más bella realizada en el siglo
XVI por Pierres Vedel, el artífice de la canalización de agua de la ciudad.
La leyenda del Torico: Según ciertas leyendas, en tiempos remotos las villas
eran levantadas en el mismo lugar en el que se abatía a un animal perseguido.
En el lugar del abatimiento se erigía un santuario y a su alrededor se
edificaba la villa. En alguno de esos tiempos remotos, hacia 1170, los caballeros
cristianos de Alfonso II que habían ahuyentado y expulsado a los moros que
tenían tomado el territorio turolense, tras recuperarlo, decidieron fundar una
villa y amurallarla para así evitar nuevos y futuros ataques moros. No sabiendo
donde construirla decidieron por fin que se haría allí donde se abatiese un
animal.
Cierta noche, un toro se detuvo bajo una estrella llamada
Actuel, en el lugar que hoy ocupa la plaza del Torico y comenzó a bramar
insistentemente.
Los caballeros, aunque presos de miedo, tomaron por buena
la señal que cielo y tierra les ofrecían en aquella noche estrellada y tras
abatirlo decidieron construir allí su villa.
Llegado el momento de asignarle el nombre, acordaron tomar las primeras letras de la palabra toro y juntarlas con las tres últimas de la estrella, obteniendo así el nombre de Toruel.
Mausoleo de los Amantes: En septiembre de
2005 se inaugura el actual Mausoleo de los Amantes. El proyecto del edificio,
diseñado por el arquitecto Alejandro Cañada, dispone de diferentes salas
expositivas que pretenden acercar la Historia de los Amantes al visitante.
Desde el punto
de vista conceptual, la organización del recorrido expositivo se articula en
torno a cuatro sectores:
Sector I. El
Amor en tiempos difíciles. Se explican las características sociales, políticas y culturales que
rodearon los acontecimientos en el Teruel de principios del siglo XIII.
Sector II. La
Historia de los Amantes. Aquí se cuenta el relato de los hechos que acaecieron en 1217 en Teruel
entre Juan Martínez de Marcilla e Isabel de Segura. También se habla del debate
histórico que este relato ha generado a través de los siglos.
Sector III. Los
Amantes, fuente de inspiración. Sector destinado a explicar la influencia de los Amantes en el mundo de
las artes (literatura, teatro, música, pintura, escultura…) a lo largo de la
historia.
Sector IV. El Reposo de los Amantes. Aquí se encuentra el Mausoleo de los
Amantes, obra del escultor Juan de Ávalos, En esta zona y a través de una serie
de paneles se explica cómo se llevó a cabo el hallazgo de las momias, así como
el emplazamiento que ha tenido a lo largo del tiempo.
Los Amantes de Teruel: Si hay una historia legendaria que identifica a Teruel en el mundo
es la de los Amantes de Teruel.
La historia de
amor de Isabel de Segura y Diego de Marcilla, los Amantes de
Teruel, se remonta al siglo XIII. Él, era el segundo hijo varón de su familia,
y por tanto, no tenía derechos de herencia, mientras que ella, era hija única
de una de las casas más ricas de la ciudad. Bajo estas condiciones, su amor
solo podía culminar si el joven era capaz de lograr las riquezas suficientes
como para aportar una dote acorde a las demandas de la familia de Isabel.
Así, el padre de
Isabel le concedió a Diego un plazo de cinco años para tal fin, y éste
se unió como soldado de fortuna a las tropas cristianas que luchaban contra la
invasión musulmana con la promesa de volver rico.
Mientras, Isabel
aguardaba en Teruel rechazando propuestas de matrimonio de muchos de los
nobles de la ciudad y aplacando los deseos de su padre de que contrajera
matrimonio cuanto antes.
Pasan los cinco años y Diego no regresa
¿habrá muerto en el empeño? ¿será que olvidó su promesa?. La falta de noticias hace
que el padre de Isabel concierte la boda de su hija con D. Pedro Fernández de
Azagra, hermano del señor de Albarracín, cuya familia es probablemente la más
acaudalada y poderosa de la frontera.
El día de la boda, a celebrar en la
principal iglesia de la ciudad, todo Teruel se encuentra en fiestas, no en
balde se están uniendo dos familias de lo más notable. Un jinete cruza la
muralla a través del portillo de la Andaquilla, extrañado por el alegre
ambiente que reina en las calles, pregunta la causa y al oír la respuesta su
rostro palidece, corre hacia la iglesia, atraviesa la nave principal, y llega a
los pies del altar mayor justo a tiempo para escuchar la bendición del
sacerdote a los recién casados.
Se trata, como era de imaginar, de D.
Diego, ahora rico y ennoblecido por su valor y decisión en el campo de batalla.
Ante lo inevitable de su suerte, solicita de Isabel un único beso de despedida. La reciente esposa, haciendo honor a su nuevo estado, se lo niega y el infeliz
amador cae muerto a sus pies.
Al día
siguiente, en los funerales de Diego y consciente de su desgracia, Isabel se
acercó al cuerpo sin vida de su amado y, como reza la tradición, le
dio en muerte el beso que le había negado en vida para, inmediatamente,
morir al lado de su amor. Conocida su historia, los restos de los amantes
fueron enterrados juntos en una de las capillas de la Iglesia de San Pedro.
En 1555 ,
en el transcurso de unas obras llevadas a cabo en la citada iglesia,
aparecieron los cuerpos de dos jóvenes que, enterrados juntos, inmediatamente
fueron considerados por la tradición popular como los restos de los Amantes de
Teruel. Hubo que esperar hasta 1619 para que, gracias al hallazgo de un
documento fechado en el siglo XIV y titulado "historia de los Amantes
de Teruel" , la tradición popular se convirtiera en historia y se
confirmaran tanto los hechos, como la identidad de los cuerpos hallados.
En la
actualidad, los restos de los Amantes de Teruel son honrados en el Mausoleo del
mismo nombre, un espacio museístico y de interpretación anexo a la Iglesia
de San Pedro en el que se analiza el contexto social y cultural de esta
historia, además de dar cuenta de la extensa producción artística que ha
generado la tradición amantista, inspiradora de escritores como Tirso
de Molina o Juan Eugenio Hartzenbusch , músicos como Tomás Bretón
o pintores como Muñoz Degraín.
Territorio Dinópolis
Territorio Dinópolis está formado por un gran parque principal, Dinópolis, ubicado en la misma ciudad de Teruel y por seis centros más situados en diversas localidades de la provincia de Teruel: Legendark (Galve), Inhóspitak (Peñarroya de Tastavins), Región Ambarina (Rubielos de Mora), Bosque Pétreo (Castellote), Mar Nummus (Albarracín) y Titania (Riodeva), en cuyas exposiciones podremos disfrutar de los fósiles hallados en yacimientos cercanos a dichos municipios y de gran relevancia científica a nivel mundial.
Dinópolis es un parque
paleontológico que combina a la perfección ciencia y ocio para que el visitante
viva de cerca el apasionante mundo de los dinosaurios. Para ello, este parque
único en Europa, nos propone un recorrido de 4.500 millones de años a través de
atracciones como los recorridos temáticos de ‘El Viaje en el Tiempo’ o ‘El
Último Minuto’, del simulador virtual 4D ‘Terra Colossus’, La
Paleosenda, el Cine 3D, el Sauriopark, y de espectáculos como el
‘show del T-rex’, uno de los animatrónicos más sofisticados del mundo que
recrea con asombrosa precisión a un Tyrannosaurus rex. Un centro que nos
permite disfrutar asimismo, de un espectacular Museo Paleontológico con más de
500 piezas entre fósiles originales, muchos de ellos hallados en la provincia
de Teruel como es el caso de los huesos originales de Turiasaurus
riodevensis, el dinosaurio más grande de Europa descrito hasta la fecha y
uno de los más grandes del mundo, con casi 40 metros de largo y 40 toneladas de
peso que fue encontrado por los paleontólogos de la Fundación Dinópolis en la
localidad turolense de Riodeva. Así como de réplicas de gran tamaño, como la de
un Brachiosaurus o de un Tyrannosaurus rex en posición de ataque,
entre otras.