Es la tercera ciudad de Andalucía tanto por tamaño como por población, sólo por detrás de Sevilla y Málaga. En su casco antiguo aún podemos contemplar edificaciones con elementos arquitectónicos de la época en que Córdoba fue la capital de la Hispania Ulterior en tiempos de la República romana, o de la provincia Bética durante el Imperio romano y del Califato de Córdoba durante la época musulmana, cuyos dirigentes gobernaron gran parte de la Península Ibérica.
Según los testimonios arqueológicos,
la ciudad llegó a contar con alrededor de un millón de habitantes hacia el
siglo X, siendo la ciudad más grande, culta y opulenta de todo el mundo. Las mezquitas, las bibliotecas, los baños y
los zocos, abundaron en la ciudad, gestándose las bases del Renacimiento
europeo. Durante la larga Edad Media europea, en "Corduba"
florecieron las letras y las ciencias. La ciudad contó con multitud de fuentes,
iluminación pública y alcantarillado, durante la época de mayor esplendor
califal.
En el año 711, los ejércitos árabes
y bereberes invadieron la península ibérica, y en menos de siete años casi todo
el territorio llegó a estar ocupado por los invasores. Córdoba fue capital del
Emirato Independiente y del Califato Omeya de occidente, época en la que
alcanzó su mayor apogeo, llegando a tener entre 250.000 y 500.000 habitantes,
siendo en el siglo X una de las ciudades más grandes del mundo, así como nodo
cultural, político y económico.
Durante el gobierno de Abderramán I,
se empezó a erigir la gran Mezquita de Córdoba (completada en el siglo X) sobre
la base de la Basílica de San Vicente Mártir, templo compartido por musulmanes
y cristianos hasta esa fecha. Los cristianos debieron levantar a partir de
entonces su iglesia en las afueras de Córdoba. Se afirmaba que en la Mezquita
se conservaba el brazo de Mahoma, y llegó a ser lugar de peregrinación para los
musulmanes. Una publicación dice: “Su carácter sagrado solo lo superaba La Meca
y el visitarla absolvía a los fieles de la obligación de hacer el peregrinaje a
Arabia”. Igualmente, la ciudad contaba con una famosa universidad y una
biblioteca pública que contenía unos 400.000 volúmenes.
Había veintisiete escuelas gratuitas
para enseñar a los niños pobres, y el nivel de alfabetización, tanto de los
niños como de las niñas, era
muy alto. Los jóvenes que pertenecían a la nobleza de los reinos católicos del
norte de España recibían su educación en la corte mora, y las mujeres ricas de
Francia encargaban en Córdoba sus trajes más elegantes.
La ciudad estaba adornada con
jardines, cascadas y lagos artificiales, y mediante un acueducto, se
suministraba agua dulce en abundancia a las fuentes y los baños públicos, de
los que, según un cronista musulmán, había setecientos. Por toda la ciudad
podían verse suntuosos palacios, uno de los cuales, al-Zahra (Medina Azahara),
a las afueras de Córdoba, requirió veinticinco años y el duro trabajo de 10.000
obreros para completarse. Sus ruinas testifican aún hoy de su anterior
grandeza. No obstante, la muerte de Almanzor desató la anarquía en Córdoba y
una disputa abierta por el poder, que dio pie en los primeros años del segundo
milenio al saqueo y el pillaje de Córdoba y la Medina Azahara. La antigua joya
de la corona quedó relegada en pocos años a ciudad de importancia secundaria en
el contexto peninsular, musulmán y europeo.
En 1236 Fernando III El Santo toma
la ciudad. Dicho monarca ordena la edificación de las denominadas iglesias
fernandinas. Alfonso X establece el convento de Santa Clara y durante el
reinado de Alfonso XI se edifica la Sinagoga de Córdoba. Asimismo y para
conmemorar la victoria de la batalla del Salado sobre los benimerines, se
edifica la Real Colegiata de San Hipólito, donde se encuentra enterrado este
rey y su padre. También durante su reinado se empieza a edificar el Alcázar de
los Reyes Cristianos.
En la actualidad se trata de una de las
ciudades mejor conservadas de España. Córdoba, ciudad milenaria, posee el segundo
casco histórico más grande de Europa, el mayor espacio urbano del mundo
declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Es precisamente en él donde
se aglomera gran parte de los edificios históricos de la ciudad. En él cabe
destacar el edificio más importante y símbolo de la ciudad, la
Mezquita-Catedral de Córdoba y actual catedral que, junto al magnífico Puente
Romano, forman la más conocida faceta de la ciudad.
La Catedral de la Asunción de Nuestra
Señora, antes «Santa María Madre de Dios», es el nombre eclesiástico de la
Catedral de Córdoba, o antigua Mezquita de Córdoba.
El edificio, declarado Patrimonio Cultural
de la Humanidad junto con el centro histórico de Córdoba, se comenzó a
construir en el 786 en el lugar que ocupaba la basílica visigótica de San
Vicente Mártir. La mezquita fue objeto de ampliaciones durante el Emirato de
Córdoba y el Califato de Córdoba. En 1238, tras la Reconquista, se llevó a cabo
la reconversión de la mezquita en una catedral católica con la ordenación
episcopal de su primer obispo, Lope de Fitero. En 1523 se empezó la
construcción de una basílica renacentista de estilo plateresco en el centro del
edificio musulmán. Hoy constituye el monumento más importante de Córdoba, y
también de toda la arquitectura andalusí, junto con la Alhambra.
Con 23.400 metros cuadrados, fue la segunda
mezquita más grande del mundo en superficie, por detrás de la Mezquita de la
Meca, siendo sólo alcanzada posteriormente por la Mezquita Azul. Una de sus
principales características es que su muro de la qibla no fue orientado hacia
La Meca, sino 51º grados más hacia el sur, algo habitual en las mezquitas de
Al-Ándalus.
De la época romana pueden encontrarse,
además del puente, el Templo situado en la Calle Capitulares dedicado
en su tiempo al culto Imperial, el Teatro romano situado bajo el Museo
Arqueológico y Etnológico de Córdoba (el más grande conocido de toda
Hispania), el Mausoleo romano dedicado a una familia acomodada de la época, el foro
colonial, el foro adiectum, el anfiteatro y los restos del Palacio del
emperador Maximiano Hercúleo en el Yacimiento Arqueológico de Cercadilla.
Cerca de la mezquita-catedral se
emplaza la antigua Judería formada por multitud de calles irregulares, tales
como Calleja de las flores y la Calleja del pañuelo.
Se conoce por Judería a la zona de la
ciudad española de Córdoba que fue, entre los siglos X y XV, el barrio en el
que vivían los judíos. Se encuentra situada al noroeste de la Mezquita
Catedral, en la zona comprendida entre las calles Deanes, Manríquez, Tomás
Conde, Judíos, Almanzor y Romero.
Es una de las zonas más visitadas por los
turistas ya que, además de la Mezquita, en ella se pueden ver monumentos como
la Sinagoga, el Zoco Municipal o el Museo Taurino, entre otros. Forma parte del
centro histórico de Córdoba declarado Patrimonio de la Humanidad por la
Unesco en 1994.
En el extremo suroeste del casco antiguo se
encuentra el Alcázar de los Reyes Cristianos, antiguo alojamiento de los reyes
y sede de la Inquisición, y adyacente al mismo se hallan las Caballerizas
Reales, lugar de crianza del caballo andaluz.
El Alcázar de los Reyes Cristianos es un edificio de carácter militar ordenado
construir por el rey Alfonso XI de Castilla en el año 1328. Alojamiento de reyes en sus estancias de
Córdoba, los Reyes Católicos pasaron más de ocho años en la fortaleza,
dirigiendo desde la misma, la campaña contra el Reino de Granada. En estas
mismas dependencias (Torre del Homenaje), Cristóbal Colón solicitó fondos para
su aventura marítima en el año 1486. Tras la campaña de Granada y la
finalización de las campañas contra los musulmanes en España, los Reyes
Católicos cedieron el inmueble a las autoridades eclesiásticas, las cuales lo
convirtieron en Tribunal del Santo Oficio, perdiendo entonces su carácter
palaciego. En 1812, y tras la abolición por parte de las Cortes Constituyentes
de Cádiz del Tribunal de la Inquisición, se convirtió en cárcel civil hasta que
en el año 1931, se destinó a instalaciones militares, los cuales lo cedideron
en el año 1955 al Ayuntamiento de Córdoba.
Cerca de las caballerizas Reales se
encuentran, junto a la muralla, los antiguos Baños califales. En el sur del
casco antiguo y al este de la Mezquita, situada en la Plaza del Potro, se halla
la Posada del Potro mencionada en obras literarias tales como Don Quijote y La
Feria de los Discretos. Tanto la posada como la plaza reciben su nombre de la
fuente situada en el centro de la plaza, la cual representa a un potrillo. No
lejos de esta plaza se encuentra el Arco del Portillo.
A lo largo del cauce del
Guadalquivir se encuentran los Molinos del Guadalquivir, edificios de la época
musulmana que aprovechaban la fuerza de la corriente para moler la harina tales
como el Molino de la Albolafia, el Molino de la Alegría, el Molino de Martos,
el Molino de Enmedio, el Molino de Salmoral, el Molino de San Antonio, el
Molino de Hierro, el Molino de Téllez, el Molino San Rafael y el Molino de Don
Tello o Pápalotierno.
Rodeando el extenso casco histórico
se sitúa la antigua muralla romana, de la cual se conservan algunos lienzos; la
Puerta de Almodóvar, la Puerta de Sevilla y la Puerta del Puente, que son las
tres únicas puertas que se conservan de las trece que tuvo la ciudad; algunas
torres como la Torre de la Malmuerta, la Torre de Belén y la Torre de la Puerta
del Rincón; y las fortalezas de la Torre de la Calahorra y la Torre de los
Donceles.
Repartidos por todo el casco antiguo
se encuentran edificios palaciegos tales como el Palacio de Viana, Palacio de
la Merced, Palacio de Orive, Palacio de los Aguayos, Palacio de los Luna,
Palacio del Duque de Medina Sidonia, Palacio de los Marqueses del Carpio y el
Palacio del Marqués de Benamejí entre otros.
A las afueras de la ciudad se
encuentra el conjunto arqueológico de la ciudad de Madinat Al-Zahra que
constituye junto con la Alhambra de Granada la cumbre de la arquitectura
hispanomusulmana.
Medina Azahara
fue mandada construir por el primer califa de Al-Andalus, Abd al-Rahman III
al-Nasir (891–961) - o Abderramán III - como parte del programa político,
económico e ideológico puesto en marcha tras la instauración del califato. Se
dice que su fundación está relacionada con una favorita del califa que tendría
por nombre al-Zahrá (Azahara) pero los principales motivos de su construcción
son más bien de índole político-ideológicos: la dignidad de califa exige la
fundación de una nueva ciudad símbolo de su poder a imitación de otros
califatos orientales y además para mostrar su superioridad sobre sus grandes
enemigos, los fatimíes de Ifriqiyya, la zona norte del continente africano.
Situada a unos 8 kilómetros al oeste de Córdoba, en las últimas estribaciones
de Sierra Morena, en la ladera del Yabal al-Arus, frente al valle del
Guadalquivir y orientada de norte a sur, sobre un espolón de la sierra, entre
dos barrancadas, que se adentra en la campiña se encuentra Medina Azahara o Madinat
al-Zahra, calificada como el Versalles de la Edad Media. Fue elegido por los
extraordinarios valores del paisaje, permitiendo desarrollar un programa de
construcciones jerarquizadas, de tal manera que la ciudad y la llanura
extendida a sus pies quedaban física y visualmente dominadas por las
edificaciones del Alcázar. Su implantación en el territorio generó una red
viaria e infraestructuras hidráulicas y de abastecimiento para su construcción,
conservada en parte hasta la actualidad en forma de restos de caminos,
canteras, acueductos, almunias y puentes. Aprovechando perfectamente el
desnivel del terreno, la ciudad palatina de Medina Azahara fue distribuida en
tres terrazas; el recinto de la ciudad adopta un trazado rectangular, frente a
la idea laberíntica y caótica característica del urbanismo musulmán. De 1500 m
de lado en sentido este-oeste y unos 750 m de norte a sur, se ve tan sólo
deformado en el lado norte por las necesidades de adaptación a la difícil
topografía del terreno. La topografía jugó un papel determinante en la
configuración de la ciudad. Su emplazamiento sobre la falda de Sierra Morena
permitió diseñar un programa urbano, en el que la ubicación y la relación
física entre las distintas construcciones resultaran expresivas del papel de cada
una de ellas en el conjunto del que forman parte: El palacio se ubica en la
parte más alta, escalonando sus edificaciones por la ladera de la montaña, en
una situación de clara preeminencia sobre el caserío urbano y la mezquita
aljama, extendidos por la llanura. Siguiendo la disposición en terrazas
encontramos que la primera corresponde a la zona residencial del califa,
seguido por la zona oficial (Casa de los Visires, cuerpo de guardia, Salón
Rico, dependencias administrativas, jardines...) para finalmente albergar a la
ciudad propiamente dicha (viviendas, artesanos...) y la Mezquita Aljama,
separadas de las dos terrazas anteriores por otra muralla específica para
aislar el conjunto palatino.