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COSTA DA MORTE - O CAMIÑO DOS FAROS

 Situada en la provincia de A Coruña, la Costa da Morte se sucede a lo largo de unos 200 kilómetros de costa, entre Malpica y FisterraLa personalidad de esta costa viene marcada por su condición de límite occidental de Europa. Desde la antigüedad, el ser humano consideró este lugar como el Finisterrae, el fin del mundo, la puerta al Más Allá. Tras su llegada a este lugar, los romanos presenciaron y relataron el espectáculo del sol hundiéndose en el Océano Atlántico, una escena grabada en la imaginación colectiva de los antiguos desde tiempos muy remotos.
  El nombre de esta comarca hace referencia a la cantidad de catástrofes marinas que allí han tenido lugar, debido a la peligrosidad de sus acantilados y a sus frecuentes temporales. Muchos barcos se han hundido en estas costas e incluso, cuentan las leyendas, que las temibles aguas de la Costa da Morte sepultaron en la antigüedad míticas ciudades, como por ejemplo la ciudad de Duyo, a la altura del cabo Fisterra y que, según la leyenda, fue destruida por Dios como castigo a los pecados y a la indiferencia de sus habitantes tras el desembarco del apóstol Santiago.

  Frente a estas costas navega una buena parte del tráfico marítimo del Atlántico Norte. Si tenemos en cuenta que la línea de la costa es muy recortada y que las tormentas y temporales son habituales durante los meses de invierno, comprenderemos por que la Costa da Morte fue escenario de multitud de naufragios. De las numerosas catástrofes sufridas por embarcaciones, destaca la tragedia del Serpent, que ocurrió en Punta do Boi, Camariñas, en 1890. Allí  murieron 172 marineros ingleses a escasos metros de la costa y sólo se salvaron tres. Los cadáveres fueron enterrados a pie de mar en lo que hoy es conocido como el Cementerio de los Ingleses, pudiendo ver en el lugar varias cruces que recuerdan estos hechos. Pero no son las únicas, ya que toda la costa está plagada de cruces que recuerdan las víctimas que durante años se han cobrado estas aguas tan peligrosas.


  La Costa da Morte es uno de los lugares más emblemáticos de Galicia, no sólo por la gran bravura del mar que atemoriza a los más cualificados marinos, sino también por la belleza de sus típicos pueblos marineros que todavía hoy viven de los agraciados frutos del mar y la pesca de bajura. Las infranqueables barreras que el Océano Atlántico crea en los acantilados de la Costa da Morte, provocan que numerosas personas arriesguen sus vidas a diario para recoger uno de los productos más exquisitos y conocidos de la zona, el percebe. Una de las imágenes más representativas es la del trabajo de los “percebeiros”, que saltan de roca en roca esquivando los golpes de mar con la finalidad de recoger este exquisito manjar. Como no podía ser de otro modo, la gastronomía de estos lugares saca partido de la gran calidad y variedad de sus pescados y mariscos.
  Esta zona es una de las más ricas de Europa en muestras de cultura megalítica. La visita al dolmen de Dombate o al castro de Borneiro, enclaves de gran valor, nos harán retroceder miles de años en el tiempo, para conocer algo más de la vida de nuestros ancestros. Con la llegada del cristianismo, muchos de los lugares sagrados de los primeros pobladores de estas tierras se adaptaron a las nuevas creencias.

  Incluso en las celebraciones religiosas de hoy en día, es posible percibir el aliento ancestral panteísta y pagano que las anima. En el santuario de la Virxe da Barca, en Muxía, se reúnen cada año millares de fieles en una de las romerías más importantes de Galicia.

  La Costa da Morte mantiene también las tradiciones de sus antiguos oficios y labores de artesanía. El encaje de bolillos, sobre todo el de Camariñas, pero también el de otras localidades, recibió muestras de reconocimiento a nivel internacional. En cuanto a la actividad alfarera, otro oficio ancestral, es famosa ya desde hace siglos la localidad de Buño.

O CAMIÑO DOS FAROS


 Para todos aquellos amantes de la naturaleza que les guste descubrir al ritmo de sus pies los paisajes que se ofrecen al caminante, la ruta dos faros les llevará a conocer la Galicia más salvaje, en los que la fuerza del mar ha creado caprichosos paisajes que se ven regados con la salitre del mar y sus numerosas leyendas de naufragios envueltos por el misterio que tanto saben los gallegos imprimir a sus historias.

  La franja litoral entre Malpica y Fisterra puede recorrerse por el borde del mar obedeciendo las flechas verdes del Camiño dos Faros. Quien lo desee puede recorrer alguna de sus etapas, o por qué no, todas ellas. En ocasiones se celebran jornadas en grupo para dar a conocer esta hermosa ruta, con el principal objetivo de incluirla entre los senderos de Gran Recorrido de España.

  El nombre de Camiño dos Faros hace referencia a la gran cantidad de cabos por los cuales discurre esta ruta costera, como el de Fisterra, Touriñán y Vilán. Todos ellos penetran en un Océano bravío y de aguas agitadas, siendo de vital importancia la luz de sus faros a fin de guiar a los marineros en sus rutas por estas peligrosas aguas. Estos faros también serán los que nos guíen en nuestra ruta y nos indiquen el camino que debemos tomar para no perdernos y adentrarnos mar adentro.
Fisterra - Bota del peregrino
  La ruta recorre la costa más virgen del país, una costa muy bien cuidada y sin construcciones turísticas, con un recorrido jalonado de iglesias, edificaciones típicas, restos arqueológicos, todo ello salpicado de bellos paisajes que combinan hermosas playas kilométricas, abiertas y desiertas con escarpados acantilados sobre el mar. 

  A continuación se detallan varios tramos para recorrer a pie el Camiño dos Faros: 


Etapa1 – Malpica-Niñóns

Etapa 2 - Niñons-Ponteceso

Etapa 3 - Ponteceso-Laxe

Etapa 4 - Laxe-Arou

Etapa 5 - Arou-Camariñas

Etapa 6 - Camariñas-Muxía

Etapa 7 - Muxía-Nemiña

Etapa 8 - Nemiña-Fisterre

Ruta completa - Aquí

Toda la información: www.caminodosfaros.com



PRINCIPALES VISITAS EN EL CAMINO

MALPICA DE BERGANTIÑOS


  Un documento del siglo XIII, que cita a Malpica como propiedad del arzobispado de Compostela, es la primera reseña histórica sobre esta población, antiguo puerto ballenero y actualmente uno de los más importantes enclaves en captura de pescado de toda Galicia. La importancia de este puerto despertó la ambición de personajes como el Conde de Monterrei, quien tomó Malpica en el siglo XV, resultando igualmente significativo el hecho de haber sido sede de una Ayudantía de Marina hasta el año 1895.

  El núcleo de población se extiende desde el centro de una pequeña península que se introduce medio kilómetro mar adentro. La fisionomía estética de la villa fue sustancialmente transformado en los últimos treinta años, pero su estructura primigenia de callejuelas estrechas y laberínticas todavía se conserva, absorbiendo el tráfico constante de la actividad comercial procedente del puerto y de la lonja.


  Son precisamente estos dos lugares los que forman la más típica postal marinera. Bajo una estridente nube de gaviotas, al compás de la constante entrada y salida de embarcaciones, hombres y mujeres reparan sus instrumentos de pesca y redes que después dejan reposar pacientemente en espera de sumergirse en las frías aguas del Atlántico. El mar de Malpica es inesperado y peligroso, y muchos días del año (especialmente en invierno) la flota no puede salir del puerto. En esos días de tempestad es habitual ver saltar las olas sobre el dique del puerto, sucesivamente ampliado y reforzado para servir de refugio a más de cien embarcaciones.

  La lonja es el otro centro neurálgico de la actividad económica y social de Malpica de Bergantiños. Si tenemos la suerte de estar en el puerto alrededor de las 17:00 horas en días laborales, resulta muy interesante presenciar la subasta de pescados. El espectáculo sigue a continuación en las tabernas, donde se degustan una amplia variedad de pescado y marisco, en un marco de anécdotas contadas por lobos de mar sobre la ruda vida de pescador.


  El pintor gallego Urbano Lugrís se sintió intensamente seducido por este auténtico ambiente marinero, reflejándolo románticamente en una serie de pinturas al fresco de gran riqueza artística y etnográfica, exhibidas al visitante en la Casa do Pescador.
Vista aérea de las Islas Sisargas
CORME

  Corme es una pequeña villa marinera, cuya vida discurre alrededor del puerto y sus playas. Podemos pasear por el puerto y ver la vida marinera, barcos pesqueros, descargas de pescado...

  En la punta del Roncudo, intrépidos hombres capturan el percebe descolgándose acantilado abajo y huyendo de las mortales olas que, en los días de temporal más fuerte, escalan cabo arriba como si quisiesen devorar el faro del Roncudo, guía fiel de los navegantes de la Costa da Morte. El ronco sonido producido por el violento choque de las olas contra desnudas rocas ha dado nombre a este cabo, testigo de tantos naufragios y pérdidas humanas, percebeiros la mayor parte de ellos, como recuerdan las cruces levantadas en su memoria.

  Este preciado fruto de mar, protagonista de una fiesta gastronómica de gran celebridad cada verano, es junto con otros tantos mariscos la especialidad de Corme, importante puerto pesquero de Galicia. En las tabernas de esta típica villa marinera, de calles estrechas y casas pintadas con vivos colores, descansan viejos lobos de mar como también hiciera el Almirante Mourelle, descubridor en el Pacífico norte para el Reino de España. La casa natal del militar cormés del s.XVIII forma parte del conjunto local de varias casas decoradas con escudos señoriales.

  Las tierras de Corme recuerdan la superficial cristianización de Galicia; En la Pedra da Serpe de Gondomil, de idéntico origen a la del cabo Santo Hadrián, una cruz fue añadida sobre la serpiente para desviar la veneración ofilátrica hacia el cristianismo.

  Frente a la bella playa de la Ermida de Gondomil, en la Isla da Estrela, dos cromlechs y un castro dejaron espacio a una capilla dedicada a la virgen, de la que hoy sólo se conservan ruinas. En este islote se enterraban antiguamente los cadáveres de desconocidos escupidos por el mar del Roncudo.

  De la misma manera, en el Monte Faro de Brantuas se celebra una romería de gran popularidad que sustituyó un culto precristiano. Pervive todavía la tradición de girar las tejas de la ermita para cambiar la dirección del viento, como aún se practica en zonas de otros países celtas. Desde el Monte Faro se divisa un panorama excepcional: Corme y su ría, punta Nariga, y el valle de Brantuas abierto hacia Ponteceso, hogar del Bardo Pondal.

  El atractivo natural de la rocosa costa de Corme se complementa con las secretas playas de Niñóns, Morro y Barda. A 1 km. de ésta, se encuentra el Castro, construcción celta defendida por acantilados, de la se dice que está habitada por Mouros, personajes fantásticos subterráneos de la mitología celta que reciben el nombre de Mauras en Irlanda y de Korrigans en Bretaña.

PONTECESO

  Ponteceso, en lo más interior de la ría de Corme y Laxe, vió nacer en 1835 al autor del Himno nacional gallego. Licenciado en Medicina, Eduardo Pondal prefirió el camino de las letras y de Galicia al ejercicio de su carrera profesional. El Bardo de Bergantiños fue, junto con Rosalía de Castro y Curros Enríquez, excelsa figura del Rexurdimento e ilustre poeta de la raza, cuya obra poética constituye el más preciado tesoro de la literatura gallega. Su casa natal se encuentra a la orilla del Anllóns, desde donde el poeta recibía inspiración observando la atlántica naturaleza y a sus gentes.

  Las tierras de Ponteceso también contienen una abundante y rica arquitectura civil y religiosa. Sobre la primera, cabe señalar el Pazo de Amarelle en Nemeño, el Pazo de Pondal, y el nuevo puente de 1846, que substituyó al antiguo, como recuerda una donación del Rey Fernando II en 1175 refiriéndose al flumen de Cesso (el río Anllóns recibe un nombre diferente dependiendo de su trecho: Ceso, Anllóns, Grande y Carballo).

  En arquitectura religiosa, destacan las iglesias de San Fins de Anllóns y de San Tiso de Cospindo. La iglesia de San Martiño de Cores tiene una puerta románica del s.XII, y la de San Vicencio de A Graña conserva algunas piedras del antiguo monasterio céltico de Almerezo, fundado por San Rosendo en 867.
  Se pueden recrear los paseos del notable Bardo caminando hasta las kilométricas dunas del Monte Branco. Este ecosistema de original forma y belleza continúa hasta la recogida playa de Balarés, donde se aprecian restos del embarcadero para el transporte de wolframio en la II Guerra Mundial. El espacio natural del Monte Branco posee un gran valor ecológico por su riqueza ornitológica y piscícola, como refugio de aves migratorias y como coto de angula, lamprea, reo, salmón y trucha.

  Ponteceso es célebre por su buen comer: son platos reputados las angulas, la lamprea, el percebe de Corme, y la alubia de Traba, ofrecidas a los visitantes en las correspondientes celebraciones gastronómicas. La villa acoge además otras festividades, religiosas como A Barquiña o el Carmen.

  Muy cerca de la localidad de Ponteceso podremos visitar también restos arqueológicos como el Dólmen de Dombate y el Castro de Borneiro.

CASTRO DE BORNEIRO


  También conocido como " A cibdá" está situado en la parroquia del mismo nombre del municipio coruñés de Cabana de Bergantiños. Es un yacimiento arqueológico de finales de la Edad de Bronce, habitado entre los siglos IV y I a.C. y un claro ejemplo de la cultura castreña de la época. Entre otras cosas este castro destaca por su excelente estado de conservación  y también por la belleza del paisaje que lo rodea. 
  La palabra castro proviene del latín "castrum" que significa "fortificación militar" por lo que se podría decir que un castro es una aldea o poblado fortificado protegido por fosos y murallas que rodeaban el recinto habitado, formado generalmente por construcciones de planta circular hechas de piedra con techo de ramaje y barro. Además se situaban en  lugares estratégicos protegidos naturalmente como cimas de montañas o puntos estratégicos.


  El castro esta bien señalizado y es fácil de encontrar, en la carretera de Baio a Ponteceso y a pocos kilómetros del  Dolmen de Dombate, que ambos estén tan cerca es una clara señal de gran actividad prehistórica en la zona." A Cidá "  fue descubierta en 1924 y fue el primer castro gallego en ser científicamente fechado con el método del carbono 14. En la actualidad después de diversos trabajos arqueológicos se han excavados un total de 36   construcciones , unas tres cuartas partes del total. 

DÓLMEN DE DOMBATE

  El dólmen de Dombate  se calcula que pudo haber sido construido entre el año 3.800-2.800 a.C. Catalogado como tumba de corredor, tiene unos 24 metros de diámetro y 1,80 metros de altura.

  En las excavaciones se ha constatado la existencia de dos dólmenes superpuestos y es destacable las pinturas y grabados en las losas interiores.

  Es propiedad de la Diputación Provincial de A Coruña, y está protegido por una cubierta de madera y cristal que permite una buena visualización del monumento.  Cuenta con un centro de interpretación que nos ayudará a comprender el megalitismo en la Costa da Morte.
  Su popularidad creció a finales del siglo XIX cando Eduardo Pondal, natural de Ponteceso, a escasos kilómetros, le dedicó un poema en su libo “Queixumes dos pinos” (1885).

TRABA


  El enorme arenal de Traba, otrora escenario de juegos reales, es uno de los más largos de Galicia con casi 3 km. de longitud. El conjunto compuesto por playa, dunas y lago forma un ecosistema de enorme interés ecológico. En la laguna de Traba se cree sumergida la ciudad de Valverde, inundada por la mano divina por culpa de su desordenada conducta.

Penedos de Traba
  El espacio natural de dunas y lago se completa con el sendero costero hasta Camelle y con los montañosos Penedos de Traba, procesión de rocas zoomórficas en las que ciertos investigadores localizan las Aras Sixtianas de sacrificios rituales, descritas por los geógrafos del s.II Plinio y Ptolomeo. El misterioso y fantástico paraje de este bosque de piedra es objeto de varias leyendas sobre su origen y antiguos habitantes.


  El decano de la geología gallega, Isidro Parga Pondal, bautizó al raro tipo de granito rosa de los Penedos como Granito Rosado de Traba. De la riqueza mineral de esta zona son también indicio las abandoadas explotaciones de Caolín de Nande, cuyo mineral era transportado por teleférico hasta la playa de Laxe.

Punta Ínsua - Faro de Laxe
LAXE

  La villa de Laxe era la salida marítima más próxima de los Condes de Trastamara, señores de las tierras ártabras, desde su residencia de Traba, principado donde se educó el Rey de Galicia Alfonso V.

  La importancia de este antiguo puerto pesquero y comercial se manifiesta en los relevantes vestigios de la arquitectura medieval de la villa: la Rúa Real, la Casa do Arco y la Iglesia de Santiago de Laxe. Construida en el s.XIV con evidentes caracteres góticos, los muros del templo están decorados con figuras de simples formas representando a la Virgen en diferentes escenas.


  En el inicio del camino costero que lleva a Soesto, Traba y Camelle, en el Monte Cornaceiras, se encuentra la ermita de Santa Rosa de Lima, de piadosa romería celebrada en verano. El crucero de la ermita fue construido en el s.XVII como agradecimiento de Laxe por haber escapado a un sanguinario ataque de piratas.
Vista de Laxe desde Santa María de Lima
CAMELLE

  Camelle es punto de partida para conocer la costa más agreste por un sendero costero que lleva hasta el Cabo Vilán y Camariñas. En el puerto de la parroquia, se puede visitar el museo de Man, un original germano que escogió Camelle para vivir su existencia dedicándose al arte de hacer pinturas y esculturas con los materiales que le entrega el mar.


  Arou es el último pueblo en el camino costero hasta Camariñas. En este marco natural de incomparable belleza se encuentra el Monte Branco, homónimo al del esteiro do Anllóns, y la ensenada de Trece. Cerca del vigilante faro Vilán se esconde bajo la espuma la mortal Punta do Boi, negro lugar que ha destrozado por lo menos a 8 barcos en el último siglo, entre ellos el trágicamente conocido buque inglés Serpent.

CABO VILÁN

  En el cabo Vilán se encuentra uno de los faros más antiguos e impresionantes de todo el litoral gallego, situado a escasos kilómetros de la localidad de Camariñas, en un enclave de gran belleza paisajista declarado como monumento natural. 

  Erguido a unos 125 metros de altitud es el faro eléctrico más antiguo de España. Encendido por primera vez en el año 1896, es uno de los faros más potentes de la costa atlántica.
  En el puerto de Camariñas encontramos la carretera que nos conduce al faro, allí las vistas son preciosas, e impacta ver el faro de piedra construido en lo alto de un impresionante acantilado ,comunicado por unas escaleras con el antiguo edificio de los fareros, que hoy en día cumple funciones de museo. Por el otro lado, podemos acceder a los restos del antiguo faro, y desde aquí podemos seguir disfrutando de las bellas vistas; a un lado a lo lejos distinguimos Muxía y el Santuario de la Barca, por detrás del faro se encuentra el imponente  islote de Vilán de Fóra y al otro lado la ensenada de Trece, por el que discurre una ruta entre bellos y agrestes paisajes. Por dicha senda podemos ver numerosos coidos rocosos, pequeñas playas, la duna rampante más grande de la península y el "Cementerio de los Ingleses" donde están enterrados 172 hombres que perecieron tras el hundimiento del navío inglés Serpent cerca de allí.

CAMARIÑAS

  La ría de Camariñas es un claro ejemplo de la pequeña ría de la Costa da Morte. Protegida por la Punta da Barca de Muxía y por el Cabo Vilán, la villa vive de espaldas a un espacio natural hostil en el que despunta el espectacular Faro Vilán, testigo insomne de cientos de naufragios e insigne habitante de esta dramáticamente hermosa costa.

  Aunque el origen del poblamiento de Camariñas es muy antiguo, como atestiguan los castros celtas localizados en los alrededores, el tiempo histórico determinante para la villa es la Edad Media: el intenso comercio marítimo que el Reino de Galicia mantenía con los Países Bajos impulsó esta técnica propia en parte de la comarca de Soneira.


  El nombre del municipio de Camariñas deriva del nombre de un arbusto autóctono, la caramiña (Corema album). También se le llamaba “hierba del hambre” ya que durante la Guerra Civil la gente comía su fruto para engañar al estómago debido a la escasez de otros alimentos. ¡Ahora es una especie protegida!. La caramiña está en peligro de extinción y en el arenal del Trece, a los pies de la mayor duna rampante del todo el noroeste español, encontraremos la mayor reserva de Galicia. 

  Este pintoresco pueblo con actividad pesquera importante es célebre, entre otras cosas por su pulpo y sus encajes de bolillo, realizados por mujeres “palilleiras” a las que frecuentemente podemos ver trabajando delante de sus casas. La característica actividad costurera de Camariñas adquirió gran fama en Galicia y en ciertos mercados internacionales: cerca de 2.000 artesanas trabajan actualmente en labores del encaje, convirtiéndose Camariñas en el lugar del mundo con mayor concentración de personas dedicadas a esta actividad.

  Alrededor de esta industria han nacido dinámicas empresas de vocación exportadora, el Centro de Promoción del Encaje, y el Museo del Encaje de Bolillos, que coexisten con la tradicional actividad de las " palilleiras ", mujeres de gran destreza en la confección del producto rey de Camariñas. En los días de buen tiempo, es posible observar a las palilleiras trabajar en grupos delante de las casas, conformando una entrañable estampa turística.

  Camariñas se vuelca en la promoción de su producto emblemático durante la Fiesta del Encaje, celebrada cada primavera, donde se muestran las soberbias creaciones de paños, manteles, lienzos, etc. Otra festividad aquí importante es la procesión marítima de la Virxe do Carme en julio.

MUXÍA

 Zona cero del desastre del Prestige, Muxía es rica en lugares de culto celta, iglesias y tradiciones. Antes de llegar ya vemos la iglesia de Moraime, único resto que permanece del importante monasterio San Xiao de Moraime. La villa es visitada por miles de peregrinos del camino de Santiago, que continúan con su peregrinación hasta Finisterre, haciendo una parada en el Santuario de la Virxe da Barca (Virgen de la Barca).

  El origen del santuario se calcula que data de los siglos XI o XII, pero fue reconstruido en numerosas ocasiones hasta llegar al templo actual que data de inicios del siglo XVIII. Tiene planta en forma de cruz latina, en su interior destaca el retablo barroco obra del escultor Miguel de Romay. Es uno de los santuarios más importantes y antiguos de Galicia, íntimamente ligado al camino xacobeo desde sus orígenes. Tras llegar a Santiago y visitar el Apóstol, los peregrinos se dirigían a las antiguas tierras del Finis Terrae para poner el final del camino en este mítico lugar, y poder venerar a la virgen que en estas tierras se apareció al apóstol Santiago, y a la que se le atribuyen numerosos milagros según cuenta la leyenda.

  La " Pedra de Abalar" simboliza el casco de la supuesta embarcación, a esta piedra se le atribuyen numerosas propiedades milagrosas y adivinatorias. Cuando la piedra se balancea concede favores a quien está encima, dicen que "abala" se balancea cuando quiere, a veces no se mueve cuando se coloca mucha gente y balancea cuando hay poca (los puros de corazón) y en ocasiones se balancea sola, cuando esto ocurre predice alguna desgracia.

  La "Pedra dos Cadrís" según la leyenda era la vela de la embarcación. A esta piedra se le atribuyen propiedades curativas para los dolores de riñones, espalda, reumas... para eso es preciso pasar nueve veces por debajo de ella. La "Piedra do Timón" que como su nombre y forma indica se supone que era el timón de la barca.


  Todas ellas en un paisaje precioso, donde el mar rompe con fuerza y bravura. Muy cerca está el pequeño faro, en frente, al otro lado de la ría se divisa el imponente Cabo Vilán. En la otra dirección, muy cerca también, podemos divisar  la escultura " A Ferida" que recuerda la tragedia del Prestige, justo al lado  un mirador que ofrece estupendas vistas panorámicas. A principios de Septiembre se celebra las fiestas en honor a la virgen, a " Romería da Barca" declarada de interés turístico nacional.
Faro da Barca y Cabo Vilán al fondo
  Pocos elementos despiertan tanto interés como el andamiaje del secadero de congrios de Miguel Diz, completamente artesanal. Peces anguiliformes cuelgan horizontalmente a la manera de raquetas cartilaginosas los días en que pueden recibir vientos de componente Noreste.

  Cerca de Muxía podemos hacer un alto en la playa de Lago que bien lo merece por su gran belleza.

CABO TOURIÑÁN


  El suyo es un faro donde la soledad es sonora, y la sensación de amplitud, más patente. Si caminamos unos metros hacia el sur hará acto de presencia el islote de O Castelo, en cuya cúspide duerme un castro. A laxe de Touriñán es un escollo que se confunde con las olas un kilómetro mar adentro: grito de espuma que avisa en bajamar, que nos previene de catástrofes. Y que custodia en su lecho una trágica tumba de navíos. Detrás del faro, un panel informa de que dos veces al año, Touriñán es el punto donde el sol se pone más tarde en la Europa continental.

FISTERRA

  Su nombre proviene del latín "finis terrae" que significa fin de la tierra. Así lo bautizaron los romanos cuando llegados a este punto en su conquista de la antigua Gallaecia, contemplaron asombrados como el océano engullía al sol, pensando entonces que este era el final del mundo conocido. 

  Situado en el municipio coruñés del mismo nombre, se trata del segundo lugar más visitado de Galicia después de la catedral de Santiago. Desde el descubrimiento en la Edad Media de la tumba del Apóstol Santiago, la visita al Fin de la Tierra se convirtió en término de la peregrinación jacobea a Compostela, una vez cumplida la adoración del sepulcro del Santo Apóstol: Los peregrinos continuaban el camino hasta este punto para venerar la imagen del Santo Cristo, las reliquias de San Guillerme, y el Fin del Mundo tal como entonces era conocido, viendo morir al sol sobre el mar Tenebrosum.

  El Cabo de Fisterra es también uno de los más peligrosos puntos en el mundo para la navegación. El Petonciño y la Centola han destrozado en trágicos naufragios a naves de todo tamaño y nacionalidad que seguían un rumbo equivocado, o que nada podían hacer en la lucha contra los caprichos de un Atlántico embravecido.

  Para llegar al faro tenemos que cruzar toda la bonita localidad de Fisterra y seguir hasta el final  la carretera que bordea el mar. Antes de llegar a la amplia zona de aparcamiento del faro, hay una carretera a mano derecha que sube hasta la cima del monte Facho, desde donde se pueden contemplar espectaculares  vistas panorámicas sobre la ría de Corcubión, el Monte Pindo y la inmensidad del océano.

  El actual edificio del faro, construido en 1853 es testigo de hermosos atardeceres y su cabo es considerado Patrimonio Europeo desde 2007. Podemos visitar el faro y su sala de exposiciones, el hotel O Semáforo y a la escultura de la bota del peregrino. También reclama la atención el medio kilómetro que separa el islote O Centolo del acantilado entre un estrépito de olas difícil de olvidar. 
  La localidad de Fisterra es una típica villa marinera de estrechas callejuelas que descienden hacia el mar. El centro económico y social de la población es el puerto, que acoge una importante flota pesquera y una lonja de gran actividad. Desde aquí, los frescos mariscos y pescados son llevados directamente a la cazuela de las típicas tabernas finisterranas, célebres por la degustación de la casera y sabrosa gastronomía gallega.

  El primer domingo de agosto se celebra la Fiesta del Longueirón, el marisco más típico de la región. El ambiente marinero, las tascas y restaurantes contribuyen notablemente al atractivo de esta villa por cuyas estrechas calles siempre apetece pasear.

  El rico pasado histórico de Fisterra se conserva en la marinera capilla de Bon Suceso, del siglo XVIII, y en el Castillo de San Carlos del siglo XVII, construido para defender el puerto de los alternos ataques realizados por los ejércitos de Inglaterra y Francia. 

  La villa del Fin del Mundo ofrece también el ocio de la turísticas playas de Langosteira, Rostro y Sardiñeiro, las desconocidas playitas de Riveira y Corbeiro, o el solitario arenal atlántico de Mar de Fóra.

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