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LA RUTA DEL QUIJOTE

  Castilla-La Mancha es bien conocida tanto dentro como fuera de nuestra región, ya no solo por la pluma Cervantina sino porque presenta una gran variedad de paisajes, riqueza natural y ambiental, patrimonio histórico-artístico-cultural, pueblos y ciudades con rincones mágicos, monumentos, museos, castillos, obras artesanas fruto de las manos y creatividad de nuestros hombres y mujeres, propuestas festivas, culturales o gastronómicas que invitan a un paseo inolvidable por Castilla-La Mancha.
  Es comúnmente conocida la Ruta de Don Quijote. A lo largo de sus 2.500 kilómetros, esta ruta, compuesta de 10 tramos, atraviesa 148 municipios y recorre los principales espacios naturales y culturales de Castilla-La Mancha. Vías pecuarias, caminos históricos, riberas fluviales o plataformas ferroviarias en desuso, que dan acceso a más de 2.000 elementos de interés cultural y a una veintena de zonas de atractivo natural que recorren las cinco provincias de la Región.
  La Ruta de Don Quijote ha sido declarada por el Consejo de Europa Itinerario Cultural Europeo, el cuarto de España, tras el Camino de Santiago, el legado de Al-Andalus y las Rutas de los Sefardíes.

LOS CAMINOS DEL QUIJOTE

Ruta 1. De Toledo a San Clemente

Ruta 2. De San Clemente a Villanueva de los Infantes
Ruta 3. De Villanueva de los Infantes a Almagro
Ruta 4. De Puertollano a Valenzuela de Calatrava
Ruta 5. De Albacete a Bienservida
Ruta 6. De La Roda a Villamanrique
Ruta 7. De Campo de Criptana a La Solana
Ruta 8. De Almagro a Toledo 
Ruta 9. De Sabra a Carranque
Ruta 10. De Sabiñán a Atienza


Ruta 1. De Toledo a San Clemente


  El primer tramo de este recorrido comienza en Toledo, declarada Patrimonio de la Humanidad. Tiene una longitud de 250 kilómetros y pasa por las localidades de Mora de Toledo, La Guardia, Alcázar de San Juan, Campo de Criptana, El Tobodo, Mota del Cuervo y Belmonte entre otros de interés. Podemos comenzar nuestra andadura eligiendo entre dos caminos: el del Norte, donde se pueden visitar las lagunas de Longar y de Lillo, y el del Sur, por Mascaraque y Tembleque. 

  Tras salir de Toledo, nos adentramos en la carretera del valle que bordea el río Tajo. Antes de llegar a Mora divisamos y admiramos Cigarrales de Toledo, Cobisa, Burguillos de Toledo, Nambroca, Almonacid de Toledo y Mascaraque, pequeña población de no más de 500 habitantes donde podemos visitar la Ermita de los Cristos y el cementerio de Nuestra Señora de GraciaAl alcanzar Mora  sentimos que hacemos un viaje en el tiempo para vivir una experiencia única en esta pintoresca localidad con gran tradición en el cultivo y elaboración del aceite de oliva. Sus primeras referencias escritas se encuentran asociadas al castillo de Peñas Negras, construido el siglo XII. Al dejar el pueblo encontramos la Ermita de Nuestra Señora la Antigua.

  En La Guardia, romanos, visigodos y musulmanes poblaron este pequeño municipio convirtiéndolo en fortaleza natural. Nuestra próxima parada  Villacañas, está rodeada de pequeñas sierras que contienen uno de los parques eólicos más importantes de Castilla-La Mancha. 

  Continuando el camino por esta ruta se nos antoja una parada: Alcázar de San Juan, con sus molinos a la entrada del pueblo, nos ofrece un bonito lugar en el cual hacer un descanso, y por qué no, disfrutar también de su gastronomía.
  Este municipio rivaliza con Alcalá de Henares por ser el lugar de nacimiento del célebre autor del Quijote, desde que en 1748 fue encontrada en la iglesia de Santa María la Mayor la partida de bautismo de "Miguel de Cervantes Saavedra". Esto hace que la ciudad esté impregnada de la presencia cervantina.  

  La visita a Alcázar de San Juan está llena de lugares de interés turístico y patrimonial como las calles del casco antiguo que nos llevarán a la Plaza de Santa María, presidida por una estatua de Miguel de Cervantes, donde se encuentra la citada iglesia de Santa María la Mayor. Se conservan también viejas construcciones y casonas de piedra rosada como la Posada de Santo Domingo o el Palacio del Gran Prior, construido entre 1235 y 1237.


  La iglesia de Santa María la Mayor, construida sobre una antigua mezquita, mezcla varios estilos arquitectónicos, entre ellos el ábside románico, restos visigodos en sus muros, una capilla mudéjar con restos de yeserías policromadas y barroco en el altar mayor y en el Camarín de la Virgen. Fue declarada monumento en 1990. La torre del campanario desapareció tras sucesivos derrumbes. Se conserva la pila bautismal donde fue supuestamente bautizado Cervantes. 
  La Posada de Santo Domingo es un conjunto formado por una casa noble del siglo XVI y una ermita adosada. El edificio alberga actualmente el Museo Municipal, que contiene la colección pictórica y la exposición permanente de arqueología de la ciudad. Entre sus obras destacan los mosaicos romanos de los siglos II y IV d.C.

  El siguiente municipio donde haremos un alto es Campo de Criptana. Los sitios más interesantes de esta localidad son la bella Sierra de los Molinos, donde podemos dejarnos llevar por la imaginación y reconocer los escenarios de la obra de Cervantes. Aquí se conserva una amplia muestra de los típicos molinos contra los que luchó Don Quijote en el capítulo VIII, convertidos así en seña de identidad de La ManchaLlegó a contar con 34 molinos pero en la actualidad solo conserva 10, tres de los cuales datan del siglo XVI: Molino Burleta, Molino Infanto y Molino Sardinero. También podremos visitar en esta localidad la Iglesia del Convento de Carmelitas, del siglo XVI, y las ermitas de la ciudad que son un claro ejemplo de la arquitectura popular de la zona.
  Antes de llegar a El Toboso e imaginarnos a Dulcinea representada en alguna bella muchacha del lugar, la ruta nos lleva hasta las Lagunas de Peña Huesca y la reserva natural de Las Yeguas, sin duda dos paisajes espectaculares donde es recomendable admirar la flora y la fauna de lugar. 

  El Toboso debe buena parte de su fama a la obra Cervantina. Todo en El Toboso recuerda a Alonso Quijano (El Quijote). De allí era la joven Aldonza Lorenzo, a quien Don Quijote vino a llamar "Dulcinea del Toboso". Pocos lugares de su entorno pueden rivalizar con El Toboso en belleza, pues alberga entre sus calles y plazas monumentos de interés histórico, artístico y cultural, además de numerosos rincones llenos del encanto. 

  El viajero que se acerque a El Toboso siguiendo los pasos de la universal pareja, Quijote y Sancho, deberá hacerlo según se narra en el Capítulo IX de la segunda parte del Quijote: adentrarse en el pueblo en busca de la sin par Dulcinea del Toboso y... habiendo andado doscientos pasos dar con una gran torre, y luego conocer que tal edificio no es el Alcázar sino la iglesia principal del pueblo... y exclamar "¡con la iglesia hemos dado!". Si se escucha atentamente se oirán sus palabras, resonando por los callejones y rincones del pueblo... El Toboso..." sosegado silencio".

  Dulcinea nos abre camino entre las calles que tienen inscripciones de la novela como si de una gimcana se tratara, para llegar a la que se supone su casa, Casa-museo de Dulcinea, al Museo Cervantino o al Museo del Humor Gráfico Dulcinea, centros neurálgicos donde se recoge la esencia de la insigne Obra Maestra de la literatura universal.
  Seguimos nuestro camino hasta Quintanar de la Orden, conocido en la época medieval como El Toledillo. Una pequeña aldea que había sido repoblada por mozárabes toledanos. Cuando su población y actividad fue creciendo adquirió su actual nombre. 

  Siguiendo nuestra ruta, disfrutaremos de las maravillosas vistas que nos regalan los extensos viñedos y los molinos que rodean a Mota del Cuervo, que sin duda nos harán sentir como  los personajes de la novela de Cervantes.

  Mota del Cuervo, sobre nombrada como el Balcón de la Mancha por su situación sobre una loma y sus siete molinos que se yerguen sobre el cerro, ha sido desde años un importante cruce de caminos, entre la ruta que unía ToledoMadrid con Levante y la ruta entre Cuenca y el sur. 

  En las construcciones civiles destacan el Hospital de los Pobres, referente del Camino y de factura del siglo XVI, el Ayuntamiento que se aloja en el antiguo convento de los franciscanos, y sus múltiples casonas señoriales que dan muestra de la actividad y la importancia secular del lugar, como la casa de los Condes de Campillo.

  Proseguimos nuestro viaje hacia Belmonte, donde destacamos el monumental castillo de esta pequeña localidad de no más de 2.500 habitantes. 
  A los pies de su castillo, la villa de Belmonte, rinde pleitesía al edificio que lo identifica y corona su estampa. Entre las calles y casas, el rumor de los siglos nos muestra la iglesia de la Colegiata que le disputa su liderazgo de piedra y cultura.

  El Castillo con su exterior pentagonal extiende sus brazos de murallas hacia la población, cilindros de piedra flaquean sus vértices y le otorgan su soberbia planta castellana. En el interior cambia…, nos sorprende con el esquema triangular de su patio de armas. Sus cubiertas interiores repletas de artesonados mudéjares vuelven a atraparnos en su belleza que se agranda en la decoración gótica de sus chimeneas.

  El abrazo de las murallas se abre en sus cinco puertas de las cuales tres siguen siendo de acceso a la población. La puerta de San Juan, Chinchilla, Almudí, la de Toledo y la Puerta Nueva.

  La Colegiata de San Bartolomé, reclama su matriarcado sobre la villa desde su estilo mayoritariamente gótico. Sus bellísimas puertas del Sol y de los Perdones exhiben sus pináculos y arcos germinados y son antesala del magnífico tesoro que albergan sus muros. En el interior una nueva pugna por el protagonismo de sus incontables tesoros, arquitectónicos, mobiliarios y artísticos: capillas, retablos, bóvedas, pinturas, esculturas, el coro y la pila.

  En este lance, entre castillo e iglesia,  la villa sale vencedora y se ensancha en la plenitud de otras obras que pueblan, calles, plazas e historia: el palacio de Buenavista, el convento de los Jesuitas, la casa de Comedias, la ermita de Nuestra Señora de Gracia o los museos. Belmonte, monumental y gloriosa, nos permitirá la partida sabiendo que será su imagen la que no nos abandonará a nosotros.

  Otros pueblos nos invitan a contemplar su riqueza paisajística y monumental. Fuentelespino de Haro, Osa de la Vega y Villaescusa de Haro, así como la Laguna de Capellanes y el Cerrillo de la Cruz son algunos ejemplos donde podremos tomar magnificas fotos de la estampa castellana. Por otro lado, si deseamos perdernos en un paisaje totalmente diferente, los montes arbolados, la silueta del río Zancara de la pequeña localidad de Carrascosa de Haro, y el cercano Castillo de Haro nos deleitarán con otra estampa.

  Antes de llegar al final de esta primera ruta, otro hito de gran valor y belleza paisajística nos vendrá dado por la Dehesa de Alcahoza

  Con nuestra llegada a San Clemente, culminamos este primer recorrido, visitando la noble, y señorial villa manchega, donde podemos disfrutar del espíritu renacentista manchego en su arquitectura civil y religiosa. Tras la conquista cristiana, San Clemente fue el centro administrativo de toda La Mancha conquense. Reponemos fuerzas, visitamos su conjunto histórico, el Castillo de Santiago de la Torre, la Iglesia de Santiago Apóstol y la plaza mayor, y nos preparamos para afrontar el segundo tramo de esta ruta.



Ruta 2. De San Clemente a Villanueva de los Infantes

  En el siguiente tramo de 143 kilómetros, desde San Clemente a Villanueva de los Infantes, destacan las Lagunas de Ruidera, así como Villarrobledo, en cuyas bodegas todavía hoy se conserva el vino en grandes tinajas. Los seguidores de Don Quijote estarán encantados de encontrarse en Ossa de Montiel con la cueva de Montesinos, en la que se localiza uno de los pasajes más importantes de la novela. En este capítulo Don Quijote relata a Sancho Panza las visiones mágicas que vio en la cueva. 

  Iniciamos pues nuestra ruta en San Clemente, donde podremos disfrutar del renacentismo manchego. Tras la conquista cristiana, fue el centro administrativo de toda La Mancha conquense. Esto es la principal causa del desarrollo urbanístico de la ciudad. Los monumentos que habrá que visitar son su conjunto histórico, el Castillo de Santiago de la Torre, la iglesia de Satiago Apóstol y la Plaza Mayor

  Desde San Clemente el tramo se bifurca en tres ramales por los que continuar la ruta, aunque el más aconsejable es el que continúa en la localidad de Socuéllamos.

  La próxima parada será Socuéllamos en Ciudad Real. Un interesante pueblo que alberga siglos de historia con asentamientos desde la época prerromana, pero que tras la reconquista cristiana comenzó su repoblación, sobre todo porque su situación geográfica era de gran importancia estratégica.

  Además esta zona se distingue por su rica gastronomía, ejemplo de ello es el Queso Manchego;  tierno, semicurado, curado o en aceite se convierte en un excelente aperitivo, pero también en un delicioso postre. Cuenta con Denominación de Origen (y lo encontramos en Ciudad Real, Cuenca, Toledo y Albacete). 

  El Toboso que como antes mencionábamos, debe su fama a la amada de Don Quijote, Dulcinea del Toboso (o Aldonza Lorenzo). Se cree que Cervantes sacó la inspiración en este personaje de Doña Ana Martínez Zarco de Morales, quien vivió allí durante el siglo XVI. Será una buena ocasión para preguntar a los lugareños por esta leyenda. Antes de llegar al pueblo, la ruta cruza el río Záncara y nos lleva hasta las lagunas de Alcahozo y Manjavacas, esta última con una ermita en sus cercanías. 

  Proseguimos nuestra hazaña en Ciudad Real y llegamos a Pedro Muñoz, en la cuenca del río Guadiana. A principios del siglo XX comenzó su desarrollo, gracias a la industria del vino. De esta época son algunos edificios como por ejemplo el ayuntamiento.

  Y de allí a una localidad con gran tradición agrícola como El Pedernoso, pueblo de origen medievo que se encuentra equidistante de dos grandes capitales de provincia: Valencia y Madrid. 

  El trayecto de Las Mesas conduce de nuevo a San Clemente, para coger luego la ruta en dirección a Villarrobledo. Aunque su situación geográfica parece privilegiada, en pleno corazón de La Mancha, hay que tener en cuenta que las vías de comunicación son muy primarias y esto puede traernos dificultades. 
  Llegamos a Villarrobledo,  antiguamente conocida como Villarejo de San Nicolás. Una ciudad industrial, relacionada principalmente con el sector primario, debido a la riqueza agrícola de sus campos. Seguimos hasta Ossa de Montiel donde podremos ver el Parque Natural de Lagunas de Ruidera, uno de los conjuntos lagunares más bellos de toda la Península, lugar de paso para las aves migratorias que viajan entre Europa y África. Allí se encuentra la cueva de Montesinos, que tantos quebraderos de cabeza le dio a Don Quijote. 

  Por último, Villanueva de los Infantes,  donde se han encontrado vestigios que hablan de asentamientos durante la Edad del Cobre y del Bronce, pero no fue hasta los romanos cuando la ciudad cobró relativa importancia. De esa época, la ciudad conserva restos de la calzada romana así como del puente de Treviño

Ruta 3. De Villanueva de Los Infantes a Almagro


En el tercer tramo de 200 kilómetros de longitud, de Villanueva de los Infantes a Almagro y Calatrava la Nueva, se alcanzarán los límites de Castilla la Mancha. En las sierras de esta zona se refugió el hidalgo antes de volver a sus andanzas. Entre viñas, llanuras y conjuntos históricos, se encuentran Viso del Marqués, Valdepeñas y Manzanares.


  Empezamos en Villanueva de los Infantes, que tras ser destruida durante la ocupación árabe, fue recuperada por los cristianos bajo el nombre de Jamila. En el siglo XV, el infante de Aragón concedió a la localidad la jurisdicción de villa independiente. Los lugareños, agradecidos al por el gesto, cambian de nuevo el nombre a su localidad por el que hoy tiene. 

  La historia de Castellar de Santiago, nuestra segunda parada, se remonta a los primeros asentamientos en la Península, ya que un lugar propicio para el movimiento de pequeños núcleos de habitantes. 


  El siguiente paso es Almuradiel, una localidad del año 1781, cuando Carlos III autoriza la repoblación de Sierra Morena y necesita abrir un paso por Despeñaperros para comunicar Andalucía con Castilla-La Mancha. Durante la Guerra de la Independencia, las tropas francesas provocaron grandes destrozos en esta pequeña localidad, sobre todo en su iglesia principal. Actualmente es una localidad pequeña, con menos de 1.000 habitantes, rodeada de un bonito paisaje serrano.

  Torrenueva llamada Edeba hasta la Edad Media cuando se pobló y tomó su actual nombre. Actualmente es una localidad con más de 3.000 habitantes que cuenta con una interesante arquitectura civil y religiosa. También siguiendo el camino podremos observar los viñedos que inundan el paisaje. 


  Valdepeñas, nuestra próxima parada, es sin duda conocida por su vino al que da nombre. No dudes en saborear los caldos que da esta tierra. También os recomendamos probar las migas con uvas, una caldereta de cordero o peras al vino. De su historia destacamos que en 1808, cuando las tropas francesas ocupaban la Península, los habitantes de Valdepeñas se resistieron a las tropas napoleónicas, impidiéndoles el paso hasta Bailén, donde se celebraba la mítica batalla de las Navas de Tolosa. El resultado de la misma, con la victoria del General Castaños, cambió el rumbo de la ocupación francesa y propició su marcha. 

Valdepeñas - Iglesia de la Asunción
  Manzanares, centro de la comarca, fue cruce de cañadas para el ganado que fue el gran impulso de la economía de La Mancha, y los que confundieron a Don Quijote haciéndole creer que era un ejército de caballeros y gigantes. 

  Almagro, situada en el Campo de Calatrava, es una ciudad monumental y por ello ha sido declarada Conjunto Histórico Artístico. La recuperación que ha realizado de su patrimonio y al ser ciudad de la cultura y del teatro, hace de esta localidad una visita imprescindible. Además en Almagro no podemos perder ocasión de saborear un plato único: sus berenjenas, que se caracterizan por ser más pequeñas que las berenjenas habituales y se presentan aliñadas o rellenas.

Ruta 4. De Puertollano a Valenzuela de Calatrava

  El recorrido desde Puertollano al Campo de Calatrava, de 198 kilómetros de longitud, se llena de castillos (Calatrava la Nueva y Salvatierra) y fortalezas, pero también de aguas termales (Fuencaliente), volcanes, bosque mediterráneo, dehesas y extensiones cultivadas.


  Partimos de Puertollano, cuya actividad económica venía dada por la agricultura, ganadería, fabricación de paños y alfarería hasta que se dio la extracción del carbón. Esta contribuyó a la repoblación de la ciudad y sus alrededores. La primera constancia que existe sobre la ciudad data de 1245, por lo que está ligado al proceso repoblador que sufrió Castilla-La Mancha durante el siglo XIII. La gastronomía de esta ciudad se basa en los productos de la tierra y, entre sus platos típicos, destacan los elaborados a base de carne de caza (perdiz, jabalí), otros con conejo y cordero. 

  Nuestra próxima parada es Los Pozuelos de Calatrava, ciudad situada en una zona de humedales de origen volcánico próxima a la laguna de Argamasilla y de Carrizosa. La laguna más cercana a la localidad es la de Pozuelo, también conocida como la Inesperada, con una superficie de 45 hectáreas. 

  Muy cerca de Los Pozuelos de Calatrava está Caracuel y su castillo. Esta comarca está situada en una zona volcánica declarada Monumento Natural, debido a su interés y riqueza medioambiental y que además destaca a nivel patrimonial por ser zona de castillos.
  Nuestra próxima parada, Poblete, fue en la Edad Media una aldea que dependía del cercano Castillo de Alarcos. Hasta muy avanzado el siglo XVII era solo considerado como un cortijo en el que apenas había viviendas. Fue entonces cuando los labradores solicitaron al ayuntamiento la posibilidad de construir casas para que se facilitara su labor. Poblete obtuvo su independencia como localidad en 1843. 

  Seguimos hasta Fuencaliente,  un pueblo que debe su nombre al manantial de aguas termales. Sobre este manantial se construyó la ermita y alrededor de ella el pueblo. 

  De ahí a Minas de Horcajo, que es un pequeño pueblo de pocos habitantes que se encuentra en la ruta de camino a la Sierra del Torozo, la cumbre principal de la Sierra de Gredos. 

  Por el camino, la ruta pasa por los arroyos de Zarzoso y del Pilar hasta llegar a la localidad de Bienservida, donde se encuentra el yacimiento arqueológico de Sisapo. Cruzando el río Cabra se accede al paso para subir a la Sierra del Torozo. 
  Las dos últimas paradas de esta ruta son Villanueva de San Carlos  y Valenzuela de Calatrava, en esta última podremos admirar un castillo árabe construido en el siglo XII y que dio origen a este pueblo. 


  No dejeis la región sin probar los platos típicos a base de caza como el tasajo de ciervo o el ajo braguetero. Además son muy populares los chorizos de ciervo y las gachas de matanza.

Ruta 5. De Albacete a Bienservida

  El quinto itinerario parte del municipio más poblado de Castilla La Mancha, Albacete, famosa por su artesanía. Esta ruta permite explorar la frondosa Sierra de Alcaraz. En Balazote se halló una de las obras más importantes de arte íbero, “La Bicha de Balazote”. Robledo, Alcaraz y la Bienservida son otros puntos de interés.


  Comenzamos la ruta en Albacete, que proviene de la palabra árabe Al-Basit que significa llanura. Es una ciudad del período prehistórico y preromano. Fue reconquistada en 1241 por los cristianos y pasó a manos del concejo de Alarcón, que tenía la sede en Cuenca. Antes de seguir la ruta, podemos aprovechar para visitar el Museo Provincial de la ciudad o la Catedral. 
  La segunda parada de este itinerario es Casa de Lázaro, un pequeño pueblo que tiene 500 habitantes y que está bordean los ríos Montemayor y Masegosa, lo que os permite disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor, ya que aseguran los lugareños que esta agua son curativas.

  Seguimos hacia Alcaraz, localidad que tiene sus orígenes en la ocupación musulmana de la Península. Ellos fueron los que construyeron los muros que rodean la parte alta de la ciudad. Está entre las sierras de Alcaraz y del Segura, y destaca el núcleo antiguo de la ciudad, declarado Conjunto Histórico-Artístico donde las protagonistas son la Plaza Mayor, o la gran calle Mayor, poblada de casas blasonadas. Dominando el conjunto, en su plaza destacan las Torres del Tardón (del reloj) y de la Trinidad. En las afueras se encuentra el castillo de Alcaraz, el castillo de Cortes y la Torre de Gorgoj.


  Llegamos a Vianos, la más tradicional en cuanto a sus construcciones de tipo popular como sillarejos, tapiales encalados, cal y cantos. Un paseo por este municipio será el plan perfecto antes de dirigirnos a Salobre, un  pueblo que está en el valle que forman los ríos Salobre y Ojuelo. 

  Continuamos la ruta cruzando la Sierra de Alcaraz antes de llegar a Bienservida, un pueblo de unos 1.000 habitantes que será la última parada de este quinto tramo de la ruta. Lo más interesante que podemos visitar es la iglesia Parroquial de San Bartolomé, del siglo XVI que guarda en su interior un interesante retablo. Esta localidad está poblada desde la época de los íberos y entre sus vestigios del pasado destaca una curiosa escultura de un león que sostiene entre sus patas delanteras una cabeza masculina con barba. Esta escultura se puede ver en el Museo de Albacete.

Ruta 6. De La Roda a Villamanrique

  Y de la frondosidad de la sierra a los cañones fluviales, a las construcciones abovedadas y circulares, a la artesanía de esparto y mimbre de El Bonillo y Lezuza, que se encuentran en el camino de La Roda a los Campos de Montiel.   


  Este tramo, de 194 kilómetros, comienza en la provincia de Albacete y termina en la de Ciudad RealComenzamos en La Roda, tras pasear por sus principales calles declaradas conjunto histórico-artístico en 1973, la localidad conserva en su parte antigua, dentro de un marco ambiental de calles y plazas de acusado tipismo y casas blasonadas, una destacada riqueza histórica y artística. Destacan en este conjunto la Iglesia parroquial de El Salvador, de estilo renacimiento español, edificada sobre restos de estilo gótico; el llamado lienzo de Doña Ana, uno de los monumentos de mayor abolengo arquiteotónico, de estilo plateresco próximo al alto renacimiento; la casa del Inquisidor, la del General Latorre, la casa llamada de Alcañabate, construcción del siglo XVII, de finales del alto renacimiento, que a su valor arquitectónico une el histórico y sentimiental de haber pernoctado en ella Santa Teresa de Jesús; la del Doctor La Encina, auténtico palacio con hermosa portada y escudo, y la de la Condesa de Villaleal, cuyo estilo corresponde a la segunda mitad del siglo XVI, con hermosas rejas y balconajes.

  No deberemos abandonar esta localidad sin antes degustar uno de los postres típicos del lugar, los Miguelitos de La Roda, dulce elaborado a base de hojaldre y crema, que sin duda hará la delicia de los paladares más exigentes.

  La próxima localidad, Munera es una parada obligada para los amantes de la historia y donde se pueden visitar diversos yacimientos arqueológicos prehistóricos y romanos ya que cruzaba una vía romana, la llamada Camino Real, que atravesaba la región de sureste a noroeste. 

  El Bonillo, en pleno campo de Montiel, es una reserva natural de especies protegidas entre ellas la avutarda, el ave de mayor peso de Europa y muy característica de las llanuras. Después de haber observado en el cielo algunas de estas aves, nos vamos a Lezuza, donde visitar la iglesia parroquial de Santa María de la Asunción del siglo XVI y la ermita del Cristo del siglo XVII.

  El Ballestero es nuestra próxima parada. Un pequeño pueblo de Albacete que esconde muy cerca un gran paraje natural. Antes de llegar al pueblo, se puede disfrutar de las concentraciones de sabinas, árboles que no hace mucho corrían peligro de extinción. 

  Llegamos a Alcaraz, ya visitada en la ruta 5. La localidad  tiene sus orígenes en la ocupación musulmana de la Península. Ellos fueron los que construyeron los muros que rodean la parte alta de la ciudad. Está entre las sierras de Alcaraz y del Segura, y destaca el núcleo antiguo de la ciudad, declarado Conjunto Histórico-Artístico donde las protagonistas son la Plaza Mayor, o la gran calle Mayor, poblada de casas blasonadas. Dominando el conjunto, en su plaza destacan las Torres del Tardón (del reloj) y de la Trinidad. En las afueras se encuentra el castillo de Alcaraz, el castillo de Cortes y la Torre de Gorgoj. De allí a Albaladejo cuyos orígenes se remontan al Paleolítico. El nombre de Albaladejo puede tener relación con el nombre árabe “Al-Balat”, que significa el camino. 
  Por último, Villamanrique, situado al sur de Ciudad Real, en la meseta de Sierra Morena y que es el último pueblo de la provincia. En sus orígenes se llamó Belmonte de la Sierra. Fue en 1474 cuando el maestre Rodrigo Manrique le otorgó el privilegio de villa y le cambió el nombre.

Ruta 7. De Campo de Criptana a La Solana

  El séptimo recorrido lleva de Campo de Criptana, que tan sólo conserva diez de los 34 molinos con los que llegó a contar, a Tomelloso, Argamasilla de Alba y La Solana. En el camino por inmensas llanuras, uno puede toparse con avutardas, alcaravanes o sisones.  

  Empezamos en Campo de Criptana, ya visitada en nuestra primera ruta. Los sitios más interesantes de esta localidad son la bella Sierra de los Molinos, donde podemos dejarnos llevar por la imaginación y reconocer los escenarios de la obra de Cervantes. Aquí se conserva una amplia muestra de los típicos molinos contra los que luchó Don Quijote en el capítulo VIII, convertidos así en seña de identidad de La Mancha. Llegó a contar con 34 molinos pero en la actualidad solo conserva 10, tres de los cuales datan del siglo XVI: Molino Burleta, Molino Infanto y Molino Sardinero. También podremos visitar en esta localidad la Iglesia del Convento de Carmelitas, del siglo XVI, y las ermitas de la ciudad que son un claro ejemplo de la arquitectura popular de la zona.
  Desde allí cruzamos el puente de San Benito en dirección Argamasilla de Alba. Por el camino podemos observar los bombos manchegos, construcciones abovedadas que guardan en su interior una chimenea, un camastro y pesebres para el ganado. 

  Argamasilla de Alba es parada obligada. Dice la leyenda que fue aquí donde Miguel de Cervantes, preso en la Cueva de Medrano por un presunto lío de faldas, empezó a escribir la novela de Don Quijote. El tramo continúa hacia las Lagunas de Ruidera, Parque Natural en el que disfrutar de la flora y sobre todo la fauna del lugar. No es difícil escuchar y vislumbrar al aguilucho lagunero, que cría en la zona, así como alcaravanes, sisones o bandos de gangas y ortegas.
  Antes de llegar a La Solana, pasamos por Tomelloso donde encontraremos numerosos viñedos y pinares hasta la última parada. Es una localidad en constante evolución que, lenta aunque progresivamente, va aumentando su población año tras año. Aquí no podemos perdernos la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora el Ayuntamiento y la Posada de los Portales forma parte de los edificios emblemáticos de la Plaza de España. Pero además es imprescindible visitar el Museo de Antonio López Torres y el Bombo del Museo del Carro, Se trata de una construcción rural, típica del municipio de Tomelloso y alrededores, destinada a alojar a los labradores y sus familias además de los aperos de labranza y animales cuando las tareas del campo requerían de su presencia. Su forma es más o menos circular, los muros son muy gruesos y está cerrado por una preciosa falsa bóveda. Está construido en mampostería con piedras calizas que llaman lajas o lanchas, que se superponen sin ninguna clase de cemento hasta el cierre final. La puerta de entrada puede ser con dintel o de arco de medio punto, orientada al sur. Tiene además una chimenea. Estos son los dos únicos vanos al exterior.

Ruta 8. De Almagro a Toledo


  En el tramo que une Almagro con Toledo de 180 kilómetros de longitud, pasando por Ciudad Real y Consuegra, multitud de vestigios de su actividad volcánica (Hoya de Cervera), manantiales de aguas medicinales (Carrión de Calatrava), el Parque Arqueológico de Alarcos y el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel llaman la atención.

  Almagro punto de partida de esta ruta, se encuentra también como punto final de la ruta tercera. Situada en el Campo de Calatrava, es una ciudad monumental y por ello ha sido declarada Conjunto Histórico Artístico. La recuperación que ha realizado de su patrimonio y al ser ciudad de la cultura y del teatro, hace de esta localidad una visita imprescindible. Además en Almagro no podemos perder ocasión de saborear un plato único: sus berenjenas, que se caracterizan por ser más pequeñas que las berenjenas habituales y se presentan aliñadas o rellenas.

  De ahí continuamos el camino hasta Ciudad Real, localidad fundada en 1255 por el rey Alfonso X el Sabio sobre un antiguo asentamiento que se conocía como Pozo Seco de Don Gil. Su paisaje destaca por la silueta de sus volcanes. 


  La siguiente parada es en Daimiel o Daymiel, como se escribía hace siglos, que tiene relación con la palabra griega Limneoeon y significa pueblo cerca de las lagunas. Está en la comarca del Campo de Calatrava y es importante por sus vinos. Continuamos hasta Malagón, que se encuentra muy cerca del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel y del Parque Natural de Cabañeros. Al estar tan cerca de Ciudad Real, apenas 35 kilómetros, las ventajas de la capital se acercan a esta pequeña población. 

  Seguimos hasta la localidad de Fuente el Fresno situada a las faldas de la sierra de la Caldrina y su principal atractivo se encuentra en el acueducto romano de Fuentesecas. En este pueblo hay miles de arroyos y riachuelos, entre los que destacan el arroyo de los Fresnos, el de Cambrón y el de Retamar. 


  Nuestro próximo destino será Villarta de San Juan, aunque hay muy poca información sobre sus orígenes, podemos identificar sus restos romanos con la mansión de Murum y su puente romano consolidado en el Medievo. 



  Pasamos también por Puerto Lápice, forma parte de la región que produce cuatro de los más excelentes productos de Castilla-La Mancha: azafrán, queso, vino y aceite de los Montes de Toledo. Así que lo mejor es parar unas horas en esta localidad y degustarlos todos ellos. 

  Avanzamos el camino hacia Consuegra,  donde podremos visitar los molinos de viento, situados en la parte alta de la ciudad, junto al Castillo de Consuegra, ambos dibujando una bella estampa. Al entrar en sus calles y alzar la vista hacia los molinos, no es de extrañar que más de uno termine confundiéndolos con gigantes como Don Quijote. 

  Para terminar este tramo entramos en Mascaraque, cuya historia se remonta a la época musulmana. Es una pequeña población de menos de 500 habitantes y cuenta con una pequeña ermita, la de los Cristos, y el cementerio de Nuestra Señora de Gracia. 

Ruta 9. De Sabra a Carranque


  Esta ruta cruza la comarca de la Sabra, al norte de la provincia de Toledo, para conocer y descubrir la casa que ocupó en vida Miguel de Cervantes. Es el trayecto más corto de toda la ruta del Quijote, únicamente 28 kilómetros si se hace entero y apenas 16 si no se pasa por Ugena. Pasa también por la ciudad de Illescas, para finalizar en el Parque Arqueológico de Carranque. Al encontrarse al norte de Toledo, no tiene conexión con otras rutas. 

  Comenzamos el itinerario en Esquivias, su nombre es de origen germánico y significa “lugar extremo o alejado”. Si echamos la vista atrás podemos ver que son muchos los pueblos que durante siglos la han poblado. Desde el Paleolítico, hasta la cultura celta, romana, visigoda e islámica han ido dejando su sello en esta localidad de menos de 5.000 habitantes. 

  Llegamos a la pequeña población de Yeles, rodeada de hermosos olivares. Sus orígenes quedan marcados por restos celtas, romanos, visigodos y mozárabes. A escasos kilómetros se encuentra la ciudad de Illescas. En esta bonita localidad, hay que destacar el campanario de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, conocido como la Giralda de la Sagra y algunos cuadros de El Greco que se conservan en el hospital-santuario de la Caridad. 

  Llegamos finalmente al pueblo de Carranque, una hermosa localidad por la que pasa el rio Guadarrama, afluente del río Tajo. Aquí podemos ver perdices, tórtolas, cernícalos y hasta urracas. Cerca de esta localidad se encuentra la villa romana de Materno, descubierta en 1983 , que es famosa por sus mosaicos. 


  Para comer, nada mejor que los cochinillos asados en horno de leña, acompañados del pan generoso y tierno que se cuece con la harina fabricada en la región. Las perrunillas y las pastafloras son dulces típicos que abrirán el apetito para probar los duelos y quebrantos que degustaban Sancho y Don Quijote en sus andanzas en La Mancha.

Ruta 10. De Fuensaviñán a Atienza

  Finalmente, el viajero conoce la riqueza paisajística de la zona limítrofe del norte, surcando los caminos que llevan de la Hoz del Río Dulce a Sigüenza y Atienza. De la flora y fauna del Parque Natural del Barranco del Río Dulce, a la elegancia de Sigüenza, conocida como la ciudad del El Doncel.

  El último tramo de la ruta tiene 63 kilómetros de extensión. Saliendo de Fuensaviñán y con destino Atienza. Este tramo, situado en el límite norte de Castilla-La Mancha, no tiene conexión con otros tramos de la ruta. Tiene dos variantes. Desde Sigüenza a Valdelcubo y Alcuneza o de Sigüenza hasta Atienza. 


  La ruta comienza en Fuensaviñán, al norte de Guadalajara, a tan solo 16 kilómetros de Sigüenza. Enclavada en el Parque Natural de Barranco del Río Dulce, es un lugar muy apropiado para excursiones y senderismo, y famoso por la preparación de un exquisito cordero. Al atravesar el parque, la ruta nos conduce hasta Sigüenza. Etimológicamente, Sigüenza es "la que domina el valle". Puesto que se encuentra enclavada en un lugar estratégico sobre la calzada romana del Henares y, a la postre, cumpliría adecuadamente su función militar y defensiva en el medievo, lo que le confirió supremacía sobre los demás lugares del valle. Sigüenza está ubicada en el alto valle del Henares. Romanos, visigodos, árabes y cristianos han dejado su sello inconfundible en una localidad que aún guarda el encanto de su etapa medieval. La Sigüenza de hoy en día ofrece una gran oferta cultural, con gran patrimonio histórico y artístico. 


  Si queremos ir por Valdelcubo, nos encontramos con una pequeña aldea que está situada a 1.077 m. de altura sobre el nivel del mar. Su población es muy pequeña, no más de 100 habitantes, pero cuenta con una interesante iglesia construida en el siglo XVIII.

  A muy pocos kilómetros se encuentra Sienes y, tras pasar el cruce con el camino de los molineros, se llega a la localidad de Alcuneza. A las afueras de esta localidad se encuentra el Castillo de Guijosa, cuya construcción de la segunda mitad del siglo XIV. 


  Si tomamos el camino hasta Atienza, descubriremos en el camino el Castillo y muralla de Palazuelos y las Salinas de Imón, de origen romano, y que fueron en su tiempo las más importantes de toda la Península. Al alcanzar esta población declarada Conjunto Histórico-Artístico con una densa historia que se remonta a los celtíberos. Romanos, árabes y cristianos poblaron sus calles en su larga historia y hoy, es ejemplo de una vieja ciudad castellana, que tuvo su época de esplendor en el siglo XIV.

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